Poemas Talmúdicos 12 – día 256

 El maestro reflexionaba:
  
 La generosidad que busca la adulación 
       o la recompensa,
 no es generosidad, es aprovechamiento.
  
 La generosidad provechosa es secreta,
       si no es secreta es aprovechada.
  
 La generosidad que promociona
       el interés del generoso, es más infame
 que la cagada de un camello 
       sobre la cabeza de un sabio.
  
 El generoso genuino se fusiona con la nada. 
 La nada es la alfombra que lo lleva a desaparecer
       sin dejar el pringue del falso generoso.
  
 De la generosidad se puede decir 
 lo que el rabino Canetti de Cuenca decía de la bondad:
 “no admite disfraces y no tolera el aplauso” 
   

Poemas Talmúdicos 11 – día 255

 Escriben bien los retóricos,
 los gramáticos sin alma,
 los administradores de las catástrofes cíclicas,
 los secretarios de sus señorías,
 los alumnos limosos del prestigio piramidal,
 los escribas aduladores del poder sublime, 
 los reseñistas que perpetúan 
       los bostezos de la trilla meridional.
  
 El retórico
 construye un acueducto sin agua,
 un aeropuerto sin aviones,
 un libro de necias vacuidades.
  
 No es suficiente escribir bien.
 Es necesario una inteligencia
 que sobrevuele por encima
 del argumento y su gramática.
  
 Los idiotas
 también escriben bien.
  
 Por eso el rabino Aira dejó caer:
 “Hay que dejar que desfilen los oropeles
       de la inteligencia, del valor aparente.
 Hay que escribir mal para escribir bien” 

Poemas Talmúdicos 10 – día 254

 El hombre viejo del banco público
 le aconsejaba al joven que estaba a su lado:
  
 Cuídate de los aduladores;
 De los criados en la ostentación y el lujo;
 De los seductores que te usan 
       como espejo de sus vanidades;
 De la mujer que se mira en los escaparates
       y no se preocupa de tu hacienda;
 Del vecino que espía tu buzón
       y de los altivos sin mérito
       que mucho presumen y nada cumplen.
  
 El joven seguía llorando por el dolor
       de una novia recientemente perdida.
 El hombre viejo le contó su historia de desamor
       y acabó afirmando que, por su experiencia,
 el tiempo lo cura todo.
 El joven pensó: “a la mierda con el tiempo”
 El hombre viejo pensó: “ya le llegará 
       el tiempo del tiempo”. 

Romance de las Puertas


    ¿Y  si la puerta abre otra puerta,
 y esa puerta se abre y te deja
 en la orilla de un desconsuelo?
 -pasillos de puertas abiertas
 barridos por vientos ajenos;
 sucesión de puertas inciertas,
 puertas que amortajan perplejos
 asuntos de presión y niebla
 que esconden al lobo imperfecto;
  
 tu alma que se agita y se enerva
 detrás de la puerta del miedo
 y se paraliza y se inventa
 lo que apenas oye, lo quieto
 del corazón y la severa
 caída del amor en seco,
 sin raptos que traigan querencias,
 sin voces que alejen los ecos,
 sin limpios destinos, sin lentas
 nubes que sueñen un verbo
 claro, preciso, sin dilemas:
 alciones gozando en su vuelo.
  
 Las puertas cerradas revelan
 el mudo clamor del silencio,
 el fragor buscando respuestas
 que jamás otorgan los cielos
 
    

Poemas Talmúdicos 9 – día 253

 
 Dijo el talmúdico rabino de la buena suerte:
  
 Que tu alegría sea tan versátil
       como las golondrinas cazando insectos.
  
 Los insobornables puritanos 
       actúan como una piedra
 sobre el caparazón de una tortuga,
       añadiendo peso a los apesadumbrados.
  
 Veloz por la avenida nocturna
       de vuelta a casa después de una juerga,
 se agradece el silencio y la soledad,
       esas fórmulas de olvidar la vergüenza.
  
 El hombre no debería apuntalar a su fantasma.
 Ni gemir en medio de una noche de tormenta.
 Ni dolerse ante la audiencia de la sensibilidad.
 Ni in-sustanciarse para parecer humilde.
  
 Ser humilde no es humillarse. 

Poemas Talmúdicos 8 – día 252

 La lluvia tiene una diferente influencia
       si cae sobre el mármol crepuscular
 o sobre la tierra porosa,
  
 así el amor,
       infértil de paradigmas para unos,
 llenos de cosechas oraculares para otros.
  
 Al esconderse de la lluvia
 el hombre encontró un refugio
 lleno de alimañas
 con las que aprendió
 algunas tretas para sobrevivir 
       a los diluvios que circundan la vida.
  
 La lluvia no moja al precavido
 -dijo el discreto cazador de corales-
 que multiplica su suerte por dos
 y la ofrece a su esposa como una riqueza
       regalada a los suburbios.
  
 La lluvia levanta las tapas
       de los desagües urbanos
 y desata las risas 
       de los transportes públicos.
  
 La lluvia, junto con la primavera,
      inventó la filosofía
 del eterno retorno. 

Poemas Talmúdicos 7 – día 251

  Ardo en las contradicciones.
  
 No tengo un deseo
       tengo un bazar.
 Odio y me olvido,
       no puedo perder el tiempo.
 Odio y perdono,
        no soy puritano o integrista.
  
 Soy lo más importante que conozco
       después de ti y el hambre insaciable,
 después del anochecer y su versión efímera.
  
 La amistad es una moneda.
       Con el paso del tiempo 
 se valoriza o se devalúa,
 como la palmera del palmeral
 cuando el viento no sopla a su favor.
  
 Sin humor 
 ya te puedes ir labrando 
       un porvenir de asesino. 

Poemas Talmúdicos 6 – día 250

 Hay que huir del peligro
 tanto como de las tentaciones
 -espejos enfrentados-
  
 Huir siempre del ser humano, ser ajeno,
 estar en prevención, vivir escondido;
 De él, como del perro, 
 la sarna o la dentellada,
 como del zorro, el engaño, la traición;
 Tener su maldad congénita 
 bajo tu manto protector;
 No perderle los ojos 
 a las serpientes venenosas,
 ni a los animales que cocean.
  
 Huir de las mujeres 
 que te hacen perder el sentido,
 y no te ayudan a recuperarlo;
 De las mujeres 
 que no te hacen perder el sentido
 y administran mal tu hacienda 
 y te inducen 
 a la esclavitud de los deberes.
  
 Para ellas es tan difícil encontrar 
       al hombre de su medida,
 como para el hombre, encontrar la suya.
 De este desencuentro de hombre y mujer
 se derivan todos los males.
 Quien lo encuentra, se encuentra,
 y queda, por los dioses del azar,
 bendecido hasta la muerte
 y la memoria de la estirpe.

 Para él sea la música de las aguas ufanas

Poemas Talmúdicos 5 – día 249

 La verdad es un camino de ida y vuelta,
 por eso el rabino rabioso aconsejaba:
  
 Estar siempre en disposición de desprenderse;
 Que cuando se cierre una puerta y quedes en la calle, 
       aceptes tu destino de calle;
 Ama tu esquina, tu rincón de costumbre, 
       tu porción de lluvia y frío, tu intemperie;
 No dependas de la caridad del amo,
       al que siempre le falta una r para ser amor;
 Olvida el ego en cualquier estercolero 
       de las segundas oportunidades;
 No tengas miedo de convertir una sala de espera
       en una casa de paso, en un hogar de viento y marea,
       en un festín de jilgueros liberados entre cerezos;
 En general, no tengas miedo, domínalo antes de que te domine
       y te lleve a comer hostias consagradas
       a las fauces oscuras del túnel tabernario;
 Ten despierto tu deseo para las mujeres que te deseen;
 Entra en la autopista con la música dispuesta 
       para llegar a casa y dejar que el mundo siga
       su tarea sensible.
 Olvídate de mí. Yo siempre me desacredito para quienes
       se hacen ilusiones conmigo. 
   

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