Los rostros del mundo (175) Los Pobres

     LOS POBRES

Los pobres son tan pobres
que a la hora de votar
dan su papela al rico
que administra su pan.

Envidian su soberbia
Su dominio informal
Sus ropas vanidosas
Su gasto liberal.

Tienen lo que ellos no
Armas para matar
Poder para hacer daño
Perros que llaman can.

Pasta para dispendios
Oros de deslumbrar
Coches descapotables
Derroches de champán.

Despiertan sus instintos
Sus ansias de ganar
Ser de la misma clase
Gaznápiros del mal.

Lucir cuerpos lustrosos
Mentes de celofán
Vivir del cuento chino
Ser piratas del mar.

El pobre que los siga
   más le vale ladrar,
   sumisión sin conciencia
   tendrán vida de can.

Los rostros del mundo (174) El Estanque

       EL ESTANQUE

Los peces tantean 
      la lentitud de las oscilaciones
como si fueran relojes
      a punto de naufragar.

Respiran el silencio
      de las aguas quietas
y se mecen bajo la luna
      a la espera de la muerte.

La inercia se los lleva
      ingrávidos y mudos,
sorteando su suerte
      con eléctrica astucia.

Algas decantadas,
      estatismos del tiempo.
Yo los contemplo
      y sigo mi camino.

Los rostros del mundo (172) El mundo insoportable III

EL MUNDO ES INSOPORTABLE

                             III

Brabucones salva-patrias
Pescando con su palangre
Se apuntan al populismo
Para llevarse su parte
Escuadrones que predican
Con sus fórmulas falaces
La muerte del parlamento
Y la verdad de la calle
La democracia blandita
Y la igualdad semejante
Para ensalzar a los líderes
Que comulgan con sus guantes           
Subidos en sus poltronas                    
Pregonando sus dislates
Esas palabras de fuego     
Con sus fórmulas sangrantes,
Máquinas de la verdad  
Que no se las cree ni el paje,
Palabras de marrulleros 
Que no convencen a nadie.

Raposos como polillas
Que se comen hasta el aire
Predican la austeridad
Como santos venerables 
Que comen del privilegio
Mientras tú muerdes tu hambre
Ellos usando camisas                        
Y tu mascando el cordaje
Que para eso eres la tropa 
De la patria mendicante            
Que resalta los valores
De los líderes infames,  
Que se llevan la manteca
Y hasta el pan de los donantes,
Esos ufanos que piensan
En las grandezas de Marte,
Reviviendo las heroicas
Banderas del petulante
Que se creen los elegidos
Y son puertas que nunca abren.          

Los rostros del mundo (171) El mundo insoportable II

EL MUNDO ES INSOPORTABLE

                         II

Invitados a la fiesta
Coleópteros vulgares
Se comen todos los peces
Devoran todos los panes
Nada dejan a su paso
Salvo un rastro de malaje
Parásitos y corruptos
Abonados al desastre
Insectos de mal agüero
Que juegan a los desgastes
Que pretenden el poder
Para imponer sus afanes
Y robarse impunemente
Cual agentes exfoliantes
El tesoro del estado
Para el uso de rufianes
Familias de aprovechados
Partidos, tribus y clanes
Apaños de sanguijuelas
Modestos llenos de alardes
Que reparten el botín
Como hombres honorables
Mafias de expolio que saben
Como sangrar al vecino
Con apariencias legales. 

Los rostros del mundo (170) El mundo insoportable I

EL MUNDO ES INSOPORTABLE

                  I

Lo diré directamente
El mundo es insoportable
Está lleno de cretinos
Que llegan de todas partes
Ilustrados sin memoria
Orgullosos y pedantes
Los ricos con su soberbia
Mandando cual generales
Los pobres, almas en pena,
Los votan como a penates,
Ídolos de pacotilla
Que invocan a los más cafres
No personas que se muestran
Como burdos personajes
Todos juntos en la masa
Informe de las debacles
Locos tontos travestidos
Copando todos los bares
Cascos de demolición 
Tirados en los debates
Casados con las reyertas
Sepulcros de botarates
Opinadores sin crédito
Más sumisos que ignorantes
Que perjuran y persisten 
En contarse sus lunares
Malignos de corto plazo
Que envidian lo que no saben
Hermanos de la desidia
Reyezuelos de elefantes
Que no devuelven el pago
Ni el coste de lo que valen
Todos juntos, todos, todos
Pesados insoportables.

Los rostros del mundo (168) Oración XXXIII

ORACIÓN XXXIII

Señor, 
sufro de una terrible tentación al desprecio
y a la maldición:

veo a un político que promete 
entregar su vida al servicio del pueblo
y en automático 
      me nace una repulsión moral irresistible,

veo a un sacerdote de tu iglesia 
predicar el amor y la bondad
y luego dedicarse a seducir niños 
      o acumular riquezas de la rapiña de la muerte
y en automático
      me nace una repulsión moral irresistible,

y así, a este o al otro o al de más allá
que viven en la indolencia o la mentira
o el atraco o el aprovechamiento
o el abuso, y no puedo reprimir
la tentación del desprecio y la maldición,
lleno de una pureza moral tan exigente
que bien podría haber sido un profeta
encendido de ira con una espada de fuego
entre las manos. 
Un profeta con ganas 
de enviar al infierno a todo aquel que se desvíe
de tu pauta moral digna, exigente.

Pero…gracias debo darte, Señor, 
por no haberme elegido como tu profeta, 
porque el comportamiento que exijo para mí,
no quiero ir por la vida exigiéndoselo a los otros,

bastante tengo con mi rabia y mi sufrimiento
como para descargarlo en los demás.
Los dos sabemos
que sería peor el remedio que la enfermedad.
Así que, mejor dedicarme a la depuración
de mis emociones y dejar que el prójimo
se drapee contra el viento de la vida.

Los rostros del mundo (167) Oración XXXII

ORACIÓN XXXII 

Señor, siempre te he sido fiel,
fiel como esas velas que parpadean
      en tus iglesias,
suspiros que están
      a punto de apagarse,
que titubean en su fe
      pero resisten
en su voluntad de dar
      testimonio de luz,
en su cumplida promesa
      de alumbrar un logro,
una petición íntima y secreta,
      susurrada o anunciada en silencio.

Señor, como esas velas
      que navegan en la penumbra
de los deseos apaciguados,
que zozobran y están a punto 
      de apagarse,
pero reviven y vuelven a la luz
para seguir dando testimonio
de que nuestra paciencia
(aunque esclava y agónica
      del esfuerzo y el tiempo),
puede ser amorosa como la tuya,
pero sin la eternidad.

Como esas velas, Señor,
hasta su apagamiento final.

Los rostros del mundo (166) Oración XV

ORACIÓN XV

Ayer señor,
paseando por la playa
me encontré una moneda de oro
que me enviaba un reflejo de luz
para que me acercara.
Escarbé a su alrededor
y encontré muchas más.
Conforme avanzaba,
se me iba acumulando
un tesoro entre las manos.

Mi mujer me preguntó
que qué hacía removiendo la arena.
Me extrañó que no se diera cuenta.
Exclamé ¡estoy encontrando monedas de oro!
Y ella me dijo: ¡pero no ves que son las chapas 
de las cervezas que te has bebido!

¡Oh señor, qué broma macabra!
¡Cómo juegas conmigo!
¿Por qué me tratas tan miserablemente?
Tú y yo sabemos que era oro auténtico.
¿Por qué me diste el cambiazo?
¿Acaso solo quieres que sea rico en tu presencia
y siga siendo pobre en el mundo? 

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