Los rostros del mundo (222) A paso ligero

A PASO LIGERO

No soporto la vanidad en los autores. 
Prefiero el orgullo o la soberbia.
La primera lleva encima 
una ignorancia indecente: 
anteponer el autor a la obra. 
La segunda pone la obra antes que el autor. 

Por sus obras los conoceréis, dice Jesús.
La vanidad no dice, por sus obras,
la vanidad dice: 
por considerarme un artista maravilloso,
un autor genial, una persona sobresaliente,
conoceréis mis fotografías maravillosas, 
geniales, sobresalientes. 
Yo soy el artista, dice el vanidoso,
la obra es mi excrecencia. Sin mí,
la obra no existe.

Los rostros del mundo (221) Amistad

AMISTAD

Un amigo te envía
      una información,
nunca una publicidad.

El trabajo colaborativo de las hormigas.

Un amigo, ni te vende
      ni te quiere vender.
Siempre te hace un precio especial,
y si puede, te lo regala.

Las hormigas se sacrifican 
            por el bien de la comunidad

Si te cobra comisión, no es un amigo,
es un aprovechado, un estraperlista.

Las hormigas obedecen a una ley inexorable.

La amistad y el dinero se llevan mal.
Lo mejor son las cuentas claras
y la honestidad por bandera.

Las hormigas luchan juntas.

Si no cumple su palabra, no es un amigo.

Deja que las hormigas hagan su trabajo.

Los rostros del mundo (220) ¿Te acuerdas?

¿TE ACUERDAS?

¿Te acuerdas de sus ojos?
-Sí, me acuerdo de sus ojos.
¿Te acuerdas de sus pechos?
-Sí, me acuerdo de sus pechos.
¿Te acuerdas de su cintura?
-Sí, me acuerdo de su cintura.
¿Te acuerdas de su vientre?
-Sí, me acuerdo de su vientre.
¿Te acuerdas de sus piernas?
-Sí me acuerdo de sus piernas.
¿Te acuerdas de sus manos?
-Si, me acuerdo de sus manos
y de sus axilas y de su culo
y de su belleza palpitando 
en mi cuerpo, ese que ahora
solo sabe recordar.

Los rostros del mundo (219) Teatro de la crueldad

TEATRO DE LA CRUELDAD

El mendigo, sentado 
en la calle comercial,
tenía la pierna vendada
tendida a la conmiseración
del viandante.

Con voz lastimera, reclamaba
“una ayudita, por favor,”

El joven de la chupa de cuero
se sintió interpelado
y le pegó una patada sañuda
a la pierna herida 
al tiempo que le decía
“toma ayudita, para
que te saquen de la calle
y te lleven al hospital”

El mendigo empezó a gritar de dolor
y el joven se desgañitaba pidiendo
que llegara un médico, urgente,
preocupándose, llamen a una ambulancia,
urgente, este pobre hombre sangra.

Los rostros del mundo (218) La convicción

LA CONVICCIÓN

La convicción, cerrada
como un pantalán de mástiles inhiestos,
mira por encima del hombro de la cerveza,
tiene una solución para todos los chicles masticados,
no corre, se cierne como una fortaleza
      sobre las cabezas de los pájaros, 
y marca los pasos certificados 
      por el himen de la ideología.

Es firme e insistente como monos aulladores
      decididos a ahuyentar a la pantera del pantano.
Entre el criterio y la revolución, se reafirma a sí mismo
      aleccionando a los otros.
Hace una hoguera con sus propios materiales de derribo,
y la enciende, en medio de la oscuridad, como un faro.

La convicción tiene un paso militar. 
No lleva zapatos, lleva botas.
Quiere ir lejos, pero no se aleja de sus cuarteles.

Los rostros del mundo (216) El Buscavidas III

EL BUSCAVIDAS III

Yo pensé para mí:
      Esta niña sufrirá, cómo
sufrirá esta niña,
por ser exigente, perfeccionista,
      elevada.

No podrá evitar
      las travesías de los insectos,
los insectos de la polución ambiental,
el ambiente hostil de los otros sin luz,
los ciegos reveses de los que lastran los pies,
los patosos de la instrucción pública,
el público que exige siempre la novedad como alimento,
el alimento envenenado de la envidia.    

Los rostros del mundo (213) Oración XLIV

Oración XLIV 

Concédenos Señor, una paz efímera, 
un descanso nuclear,
un claro de bosque,
un lugar sin huellas, 
un trozo de inexistencia,
un pedazo de cielo sin aviones ni estelas que lo rasguen,
una acción sin mácula de pecado,
un oasis de silencio, 
una penumbra ininterrumpida,
una cruz tumbada en el suelo, cubierta por la hierba,
un patio cerrado por una pérgola trepada por la vid      ,
un rincón de macetas con geranios invencibles,

una vasija de renacimiento,
una pila bautismal que nos limpie,
una confesión sin palabras,
una libertad soñada, un amor
que nos redima, por un tiempo,
de esta realidad aplastada por la gravedad,
esa aliada de la muerte. 

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