UN POEMA, UN BARCO. Un poema es un barco velero. Disponer de todos los elementos para una buena navegación. Afirmar el rumbo, una sintaxis más adecuada, un grado, un sextante, una rima interna, un equilibrio. Cuando tiras de una cuerda, de una palabra, todos los resortes se alinean, las significaciones que varían, los ajustes precisos para dar respuestas inteligentes a los hundimientos abisales de la canción, a los imprevistos que van surgiendo en el ámbito general en el que se circunscriben las emociones de una aventura. Entrar en un poema, subir a un barco.
Mes: octubre 2022
Los rostros del mundo (196) Epigrama V
EPIGRAMA V Poeta relojero que desmenuza los mecanismos del poema. Poema reloj que marca las horas líricas, las palabras, los símbolos, los segundos de la vida fluyendo hacia la nada de la tontería más sublime.
Los rostros del mundo (195) Epigrama IV
EPIGRAMA IV Fue sometido Por un somatén de súcubos Y quedó encantado.
Los rostros del mundo (194) Epigrama III
EPIGRAMA III Nadie más solitario que el sol. La soledad del sol es tan grande que nadie puede acercarse sin fundirse. ¿Eres así de fuerte, de intenso, o es que acaso llevas cien días sin lavarte?
Los rostros del mundo (193) Epigrama II
EPIGRAMA II En la cola de vacunación de la diecisiete dosis de refuerzo, los científicos de la oposición alumbraron la idea de que el virus, no solo era mutante, sino que era vacilón, bailarín y primo hermano del propietario de la farmacéutica que servía las dosis con chupito de orujo verde. La gente, no solo no se lo creyó, sino que continuaron haciendo cola por la treinta y dos dosis, no vaya a ser que por una más, nos muriéramos de neumonía atópica.
Los rostros del mundo (192) Epigrama I
EPIGRAMA I Yo escribo libros únicos. Libros que han corrido el riesgo de no ser editados nunca. Libros que andan por el filo de un precipicio en el que están las higueras y las águilas, donde no llegan los pusilánimes del alma adormecida por la ilusión ridícula de los que se creen futuros pobladores de la eternidad.
Los rostros del mundo (191) Renacer
RENACER La primavera, virtud del reino vegetal, que trae nuevo rostro a la seca presencia del árbol que ha sufrido los rigores del invierno, enseña, que aquello que es connatural al árbol o la semilla, no lo es tanto para la carne mortal que nos viste. Si la primavera despierta la sabia dormida, el mudo avance hacia un nuevo florecer, y del árbol brota la belleza del fruto que no estaba comprendemos el asombro antiguo del eterno retorno. La savia es el amor del árbol que retorna. El amor es la savia que nos vivifica y nos hace rejuvenecer. Ser así y no ser y volver a ser de nuevo como esos frutos rojos del cementerio.
Los rostros del mundo (190) Reiteraciones
REITERACIONES Caballos y caballos Cabellos y cabellos Cansancio de caballos y cabellos Caballas y caballas Cobayas y cobayas Cansancio de caballas y cobayas Cazallas y cazallas Cizallas y cizallas Cansancio de cazallas y cizallas Cogollos y cogollos Cebollas y cebollas Cansancio de cogollos y cebollas Cepillos y cepillos Capullos y capullos Cansancio de cepillos y capullos
Los rostros del mundo (189) La Isla
LA ISLA El viaje nos llevó hasta las puertas de un destino incierto. El paisaje era adusto y despejado. Un desierto de arbustos espinosos, defensivos, que cubrían de verde toda la extensión de la mirada, hasta los perfiles de los volcanes rojizos en lontananza. Las casas de la costa veían el mar batirse contra los peldaños y perder su reyerta, como si el mar quisiera visitarnos entrando por la puerta de atrás, impetuoso y cerril como un cortejo de sicarios. La gente no se espantaba del temporal. Estaban acostumbrados a una naturaleza sin compasión. La compasión la ponían los nativos de la isla. Hombres y mujeres reconstruyendo las casas después del desastre.
Los rostros del mundo (188) Amor más allá de la guerra II
AMOR MÁS ALLÁ DE LA GUERRA II La historia nunca se acaba, es pertinaz desencuentro, luchando con la memoria devuelve huellas y huesos, retorna los pasos perdidos de aquellos que no murieron -salvo en esta tierra ingrata que les negó sus esfuerzos- pues viven en las alturas del dolor y los recuerdos, estigmas de aquella guerra que los mató sin entierro, asesinados injustos por criminales absueltos, amontonados en fosas comunes de prisioneros, distintos unos con otros gimientes en el desierto juntando cabezas, manos y pies con barros revueltos por un afán de acallar las verdades y el criterio que siempre vuelven desnudos como gritos del silencio. Disgregados en la tierra, hermanados en el cieno, aquí quedaron las vivas raíces de los destierros que enaltecen el coraje y la sangre de sus deudos que persisten con fervor en devolver a sus muertos al lugar que se merecen en el corazón del tiempo y ser dignos de la herencia que se defiende en los sueños, como luces estrelladas brillando en el pensamiento.