regunto, sin que me importe,
de dónde salió el mancebo
que usa palabras hirientes
como dagas de tuitero
que a todas luces se ve
que arremete con denuedo
para dar al su señor
versión de buen escudero
que aprendió bien su lección
para bien comer primero
que la vida está muy dura
y es refugio un parlamento.
Gasta maneras serviles
y argucias de pendenciero,
palabras de ingenio prestado
usadas con menosprecio,
útiles para servir
como se sirven los hierros,
para hacer del contrincante
un enemigo sin precio
que siempre contra los otros
se nos define el rastrero,
con ideas adaptadas
a su feroz falseamiento.
Cómo insiste el mancebo,
contumaz en el comercio
de palabras consumidas
en refritos sin refresco
en frasecitas de cortos
y simplones pensamientos
en chulerías menores
y en refranes rufianescos
que denotan a la vista
la pobreza de intelecto
que mueve sus intenciones
más propias de un cuatrero
que las que se le demandan
a un elegido del pueblo.