El Nota 14 – día 149

Oh! Demorada Belleza,
      tu cuerpo respira
como el caballo y el mar
     visitados por la luna,
una fortaleza sin defensa
      pues su poder es evidente,
 un trigal movido por la brisa
     dulcísima de la primavera,
un olor que fascina
     a la higuera del sueño,
el capricho de una sonrisa  
      en el mármol demorado
de la caricia o la reverencia.
 
Oh Belleza Lúcida, 
      los dioses existen,
pues solo los dioses pueden
      modelar la arcilla de tu cuerpo,
el barro fino y delicado
      que dan a tu carne la textura
de un pergamino indostánico
      con el poema de un río
escrito en el bosque del deseo,
      ese ejército imparable que nos visita
en las noches desnudas de lebreles,
      sin perros que la ladren
ni sátiros que la desperecen.
 
Oh Belleza Salutífera,
      soy tu guardián  de anhelos,
tu guerrero de asaltos.
      Los dioses existen, no tan solo
porque tu belleza deslumbra
      mi alma llena de devociones;
también porque ellos han propiciado
      que tu vengas a mí como un don
para mis manos de piedra endurecida,
      para mi boca de sed y enjambre desatado.
 
 
      
         

El Nota 13 – día 148

Hay muchas cosas importantes en la vida
que a mí no me importan nada.
 
Hubo un tiempo en que intenté ponerme al día
y seguir los pasos que me marcaban
      los inteligentes, los triunfadores del mundo.
Ya no.
 
Esta cultura colectiva en la que vivimos
al dictado del beneficio económico, me importa
      un pimiento. El interés no me interesa nada.
 
Los seres humanos nos hemos enfrascado
      en el conflicto. Todos los que lo promocionan
o lo propagan, ensucian las aguas
      para decir que son peligrosas.
Quieren dar miedo. La gente se acongoja y después
      llegan ellos con la solución.
Y una mierda. Que se la coman ellos.
      Sus mierdas y sus soluciones.
A mí, que me olviden.
 
Ahora pasa una bandada de ánades en formación.
Una punta de flecha que vibra lanzada hacia el horizonte.
Esta contemplación es mucho más importante
      que todas las crisis patrióticas del mundo.
         

El Nota 12 – día 147

El mundo está lleno de gente peligrosa.
Están los evidentes:
delincuentes, asesinos, criminales,
narcos, gentes del hampa etc…
y sus correlatos de las fuerzas
que los combaten. Los hueles y te vas.
Agentes del orden y agentes del desorden.
Personas armadas, con y sin permiso.
 
Después están los que no son evidentes.
Esos malignos disfrazados
de los que el personal se exclama:
¡Si parecían tan buena gente,
yo no me lo hubiera pensado nunca!
Vecinos que viven cerca,
con los que te cruzas en el bar,
como esos idiotas moralistas
que te enredan con sus bondades de palurdos,
ancianitas con recortadas
      por miedo a ser violadas,
serviciales mantenedores del gas
      que hacen la limpieza de las joyas familiares,
lobos salidos, enfermos imaginarios,
cocineros de cochambre que nos matan
      y aún así, les damos las gracias,
vecinos que violan a sus hijas
      y son de tu equipo,
turbios adolescentes a los que se les cruzan los cables,
colgados paranoicos que te miran mal,
tarados a los que se les rompe una vena,
violadores solícitos como románticos antiguos,
imbéciles que mandan, mandilones voluntarios,
niños con patinete, perros sueltos,
corazones automáticos, piratas de improviso,
ratas sin cloaca, libres por las calles.
Una caterva innumerable
      que da miedo, solo pensarlo.
 
Los delincuentes se disfrazan porque saben
      que la apariencia de bondad es más afectiva
que la bondad verdadera.
Monjas terroristas, asaltantes de bancos,
curas pederastas, reyes ladrones,
médicos violadores, sastres que sisan,
revolucionarios que matan a sus corre-legionarios,
asesinos que se presentan como libertadores,
hijos de dios que son como demonios desatados…
en fin… que hay que tener cuidado,
y como decía Gonzalo Suárez, un genio verdadero,
si quieres ser un buen director, ponte la mascarilla.
 
  
    

El Nota 11 – día 146

La vida es un enredo.
Está llena de mentiras, rollos,
      milongas sin fin.
Todo el mundo se cree
      mejor de lo que es.
Todo el mundo se cree
      que los tontos son los otros,
que de todo lo malo que le pasa
      la culpa es de los otros.
Todo el mundo se piensa
      que tiene un pensamiento propio,
que toma decisiones libremente.
 
Y todos me lo vienen a contar a mí.
      Por eso digo que no estoy
por eso, procuro no estar nunca.

 
    

El Nota 10 – día 145

Yo también tengo un objetivo en la vida:
respirar la paz de la somnolencia celestial
      bajo una parra de frutos regalados;
seguir vivo contra todos los estados del alma;
no dejarme socavar la delicada moral,
      demasiado expuesta a lo sensible;
resistir a las impertinencias y desengaños
      del pérfido mundo. (Esa palabra
la saqué de una telenovela mejicana).
 
Del amor solo se decir
      que viene y va como un viento desordenado,
que trae la semilla de una buena vida
      y se lleva el sueño de una vida mejor.
Siempre diré que prefiero
      que sople su furioso desacato
a que resguarde mi complacencia
      detrás de los muros del olvido.
 
Ya sé que no voy a contribuir a inventar una vacuna,
      ni a remontar ríos y descubrir montañas,
ni civilizaciones perdidas, subir a la luna, construir
      barcos, o simplemente diseñar una silla…
aunque he hecho más de una con maderas recicladas.
 
Yo no soy un héroe, ni creo que el destino me reserve
      un lugar entre los hombres dignos de memoria.
Me basta con trabajar para vivir
      y si es posible, vivir sin trabajar,
y aunque no sé cómo, sigo aquí tumbado
      y pensando la fórmula chamánica de lograrlo.
 
    

El Nota 9 – día 144

     
Pudo salir bien, pero salió mal.
Dejé lo que tenía que hacer
      para estar con una mujer
y cuando quise darme cuenta
me vino encima una tormenta
y tuve que escapar
pues salió un marido pistolero
gritando que a ti te quiero
pero a ese menda primero
lo tengo que matar.
 
Me pilló desprevenido
y corriendo a calzón caído
tuve que escapar
antes de que un accidente fatal
acabara con mi alma muerta
o mi cuerpo mal herido
si salía por la puerta.
 
Salté por la ventana
con tan mala gana
sabiendo que fuera
dormía un mastín
que desde que me vió no tenía otro fin
que morderme los huevos
y dárselos crudos
al cabrón de su dueño.
 
Así que corrí y corrí
sin haberme corrido
oyendo detrás de mi
un disparo y un aullido
gimiente de perro abatido
que murió por accidente
del ciego invidente
por celos del marido.
 
No me mató a mí, mató a su perro
el aturdido guerrero
que me quería matar
tan solo por intentar
echar un polvo con su mujer
que me lo había pedido
por gozarse y por satisfacer
su deseo morboso
y por el que había dejado
un curro bien pagado
y acaso, por acoso,
yo era más inocente
que un monje penitente
en la celda de un convento
que es un buen invento
para dejar de pecar o pecar para siempre.
 
 
 
    

El Nota 8 – día 143

La agonía del pez
      fuera del agua,
nos afecta menos
 
que la agonía del mamífero
      boqueando el oxígeno
que le falta,
 
perro, gato, caballo,
      y no digamos ya
la de El Lobo
      con su roto occipital
o la del padre
      en la cama del hospital
 
boqueando como almas
      fuera del cielo.
 
 
    

El Nota 7 – día 142

Tantos días con el mismo bicho
que yo también me puse a pensar.
 
Dos funciones de este virus
      que nos afecta, que nos quiere,
más a nosotros que a los gatos.
 
No sé cual de los dos es la más
      acertada:
a)    acabar con la actual civilización de la tierra
b)    o poner a prueba nuestra salud y prepararnos
para una futura aventura,
dentro o fuera del planeta.
 
Dejar de ser lo que somos
o ser ya otra cosa para otros planetas.
 
Desaparecer o ser insignes.
 
    

Romance del recuerdo

e vuelto de nuevo a recordar
el día en que la conocí.
Espigas de mi corazón
tiemblan con el viento de abril.
 
Se abrieron las puertas del cielo,
entré en los palacios del mar,
dejé los suburbios del sueño,
junté las palabras de sal.
 
Ojos negros rayando el día.
Albor de claridad cercana.
Se abrían mis ojos de pronto
con la lluvia de su mirada.
 
Revelación de nuestros cuerpos,
placer andando por las manos,
el misterio se descorría
con el veloz fuego del rapto.
 
La memoria, como un caballo,
deja su rastro inolvidable.
He vuelto a recordar que fuimos
velas de un viento favorable.
 
Ese rastro de la memoria
marcó su destino en mi piel.
Donde quiera que yo me encuentre
sabré quién es mi dueña, quién
 
me liberó de tanta cárcel,
y abrió luz en las sombras, quién
hizo realidad la idea
de vivir con todo mi ser.
 
Si cautivó mi pensamiento,
si abrió las corolas del aire,
ahora, agonía y memoria,
viene despertando en la tarde.
 
 

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