SONETOS DE LA INTEMPERIE 16 Ya sabes cuánto duele tanto anhelo perdido, la mentira que nos grita, el orden ciego, la luna maldita, la sombra de su rostro por el suelo. Sigues, no paras, entras en el hielo. Tu corazón se ofusca y no lo evita. Te sumas al sueño que necesita redimir la evidencia con tu celo. Eres el numen cierto que respira fuera del fuego. Vives con escaso afecto la verdad que no te mira. Ella no va a cambiar. Sigue tu paso. Márchate del amor que ignora y gira. Paga su precio y canta tu fracaso.
Los rostros del mundo
Los rostros del mundo (364) Sonetos de la Intemperie 15
SONETOS DE LA INTEMPERIE 15 Puedes en tu jardín vivir desnudo, libre de mal, ajeno a la enconada realidad, sin miedo a la ordenada muerte. Puedes sentir el más agudo éxtasis de placer, quedarte mudo de emoción, ensoñar la delicada mujer que te desea sin que nada perturbe tu sueño, el suave saludo de los días que gozas sin desmayo. No importan los poderes que aprisionan con su voraz imagen falsa incrédula. Bastan tus actos limpios como un rayo, inocentes del juicio que ocasionan, satánicos de amor hasta la médula.
Los rostros del mundo (363) Sonetos de la Intemperie 14
SONETOS DE LA INTEMPERIE 14 Barrunto por las cuevas la quimera de un aire por el aire. Solo un hueco descubro, que me cubre como un eco de gritos silenciosos por la espera. Insisto. Voy buscando primavera de primavera y todo lo hallo seco y en el insomne empeño aúllo y peco contra el sumo silencio de la cera. Inconforme soy ascua de lo vivo que va del grito silencioso al fuerte grito; y establecido en la protesta desaveno dolor, soy primitivo, rompo el círculo cómplice e inerte de la idea en las cuevas, tan funesta.
Los rostros del mundo (362) Sonetos de la Intemperie 13
SONETOS DE LA INTEMPERIE 13 Un cansancio de cosas circulares, ese arrebol muriendo en el ocaso, el fragor del insomnio y del fracaso te arrebatan del lecho de tus mares. Por extrañas veredas y solares de borrachos que lloran en un vaso, te acercas en silencio, sin un paso, flotando como sombra de los bares. No sé cómo, litúrgica y devota, pero febril de miel y cabelleras, fragante de manzanas, de pereza, te cimbreas en mi alma más remota, lunática de selvas y panteras, hasta quedar desnuda en mi tristeza.
Los rostros del mundo (361) Sonetos de la Intemperie 12
SONETOS DE LA INTEMPERIE 12 Pirata quise ser de tu mirada que riela lunas, lirios del anhelo, pirata enajenado de tu pelo que salta y vibra al son de una tonada. Pirata de tu salvia enamorada, del afecto que escondes con tu celo, ese aroma de bosques y de cielo que duermen en tu alma tan callada. Pero ella es un jazmín enardecido, un limpio mar sediento de aventura, un fulgor de cristales más sereno. Y yo un pirata torpe y sin sentido enfermo de tabaco y compostura que no supo soñar junto a su seno.
Los rostros del mundo (360) Sonetos de la Intemperie 11
SONETOS DE LA INTEMPERIE 11 Subió a los trenes cuando yo bajaba. Entraba en bares, cines, discotecas, cementerios, estudios, bibliotecas en el momento justo en que dejaba yo esos sitios. Llevaba en su mirada un secreto mensaje. Parecía buscar alguna cosa. Yo salía ignorando el candor de esa mirada. Jamás, ni de soslayo, se encontraron nuestros ojos. Si fuimos dos extraños en los mismos lugares y en los años transcurridos, fue porque se juntaron muchas torpes desidias del destino. Hallarla fue otro juego de mi sino.
Los rostros del mundo (359) Sonetos de la Intemperie 10
SONETOS DE LA INTEMPERIE 10 Caminas de perfil grave y sonora glosando las escalas de la hiedra y eres ciprés, heráldica de piedra que afila su figura retadora. Seráfica, hierática y dolora, finges la soledad que no te arredra ceñida de rosales donde medra la sombra que en tu rostro se demora. Pero tienes la llave que desmiente esa mental torpeza de los hombres que juntan a la fría con la mala. Porque tu dulce cuerpo de simiente pervive con la nieve y con los nombres del fuego germinal que se regala.
Los rostros del mundo (358) Sonetos de la Intemperie 9
SONETOS DE LA INTEMPERIE 9 Una oscura raíz que ignora el canto y el vuelo de la espiga más sentida hurga en la arcilla de esta anochecida alma de junco redimida al llanto. Y cuanto más se escancia de quebranto el gesto disecado de esta vida más penetra su ansia decidida en la cercada tierra del espanto. Cava, tenaz y ciega hasta el abismo, persigue tu gentil labor de sombra, no cejes en tu empeño que desella el manto más profundo de mí mismo. Acércate despacio, mira y nombra la triste realidad de estar sin ella.
Los rostros del mundo (357) Sonetos de la Intemperie 8
SONETOS DE LA INTEMPERIE 8 Allí donde el amor, libre de salmos, fértil de soledad, gentil de arrobos, cogeré tus labios del asombro para darte los besos de mi canto. Allí, sin más demora, por los raptos que mi sangre celebra con tus ojos, dejaré un vendaval de espejos rotos y un delirio de mirlo desatado. Allí donde mi boca se aventura con dientes bajo el sauce y se abandona reptando por tu seno y tu cintura. Allí será la flor de la fortuna que nace en esta tierra que se abona con cuerpos de pasión y luz de luna.
Los rostros del mundo (356) Sonetos de la Intemperie 7
SONETOS DE LA INTEMPERIE 7 Fría, mojada alma, en el relente tendida de una estepa con espinos, llanura encrucijada de caminos que llevan un dolor hasta mi frente. De tu campiña huyó la transparente luz que irradiabas; los hermosos sinos que guiaban tu vida, eran vecinos del Ángel que Parece pero Miente. ¿Con qué destreza diste a los sentidos el rosa de tu carne enajenada que ahora están tus vuelos tan perdidos? ¿No sabías al darte enamorada que tal es el amor, tal los olvidos en trueques de moneda desolada?