
LA CONVICCIÓN La convicción, cerrada como un pantalán de mástiles inhiestos, mira por encima del hombro de la cerveza, tiene una solución para todos los chicles masticados, no corre, se cierne como una fortaleza sobre las cabezas de los pájaros, y marca los pasos certificados por el himen de la ideología. Es firme e insistente como monos aulladores decididos a ahuyentar a la pantera del pantano. Entre el criterio y la revolución, se reafirma a sí mismo aleccionando a los otros. Hace una hoguera con sus propios materiales de derribo, y la enciende, en medio de la oscuridad, como un faro. La convicción tiene un paso militar. No lleva zapatos, lleva botas. Quiere ir lejos, pero no se aleja de sus cuarteles.