Poemas Talmúdicos 12 – día 256

 El maestro reflexionaba:
  
 La generosidad que busca la adulación 
       o la recompensa,
 no es generosidad, es aprovechamiento.
  
 La generosidad provechosa es secreta,
       si no es secreta es aprovechada.
  
 La generosidad que promociona
       el interés del generoso, es más infame
 que la cagada de un camello 
       sobre la cabeza de un sabio.
  
 El generoso genuino se fusiona con la nada. 
 La nada es la alfombra que lo lleva a desaparecer
       sin dejar el pringue del falso generoso.
  
 De la generosidad se puede decir 
 lo que el rabino Canetti de Cuenca decía de la bondad:
 “no admite disfraces y no tolera el aplauso” 
   

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