Poemas Talmúdicos 6 – día 250

 Hay que huir del peligro
 tanto como de las tentaciones
 -espejos enfrentados-
  
 Huir siempre del ser humano, ser ajeno,
 estar en prevención, vivir escondido;
 De él, como del perro, 
 la sarna o la dentellada,
 como del zorro, el engaño, la traición;
 Tener su maldad congénita 
 bajo tu manto protector;
 No perderle los ojos 
 a las serpientes venenosas,
 ni a los animales que cocean.
  
 Huir de las mujeres 
 que te hacen perder el sentido,
 y no te ayudan a recuperarlo;
 De las mujeres 
 que no te hacen perder el sentido
 y administran mal tu hacienda 
 y te inducen 
 a la esclavitud de los deberes.
  
 Para ellas es tan difícil encontrar 
       al hombre de su medida,
 como para el hombre, encontrar la suya.
 De este desencuentro de hombre y mujer
 se derivan todos los males.
 Quien lo encuentra, se encuentra,
 y queda, por los dioses del azar,
 bendecido hasta la muerte
 y la memoria de la estirpe.

 Para él sea la música de las aguas ufanas

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