A PASO LIGERO No soporto la vanidad en los autores. Prefiero el orgullo o la soberbia. La primera lleva encima una ignorancia indecente: anteponer el autor a la obra. La segunda pone la obra antes que el autor. Por sus obras los conoceréis, dice Jesús. La vanidad no dice, por sus obras, la vanidad dice: por considerarme un artista maravilloso, un autor genial, una persona sobresaliente, conoceréis mis fotografías maravillosas, geniales, sobresalientes. Yo soy el artista, dice el vanidoso, la obra es mi excrecencia. Sin mí, la obra no existe.
Mes: noviembre 2022
Los rostros del mundo (221) Amistad
AMISTAD Un amigo te envía una información, nunca una publicidad. El trabajo colaborativo de las hormigas. Un amigo, ni te vende ni te quiere vender. Siempre te hace un precio especial, y si puede, te lo regala. Las hormigas se sacrifican por el bien de la comunidad Si te cobra comisión, no es un amigo, es un aprovechado, un estraperlista. Las hormigas obedecen a una ley inexorable. La amistad y el dinero se llevan mal. Lo mejor son las cuentas claras y la honestidad por bandera. Las hormigas luchan juntas. Si no cumple su palabra, no es un amigo. Deja que las hormigas hagan su trabajo.
Los rostros del mundo (220) ¿Te acuerdas?
¿TE ACUERDAS? ¿Te acuerdas de sus ojos? -Sí, me acuerdo de sus ojos. ¿Te acuerdas de sus pechos? -Sí, me acuerdo de sus pechos. ¿Te acuerdas de su cintura? -Sí, me acuerdo de su cintura. ¿Te acuerdas de su vientre? -Sí, me acuerdo de su vientre. ¿Te acuerdas de sus piernas? -Sí me acuerdo de sus piernas. ¿Te acuerdas de sus manos? -Si, me acuerdo de sus manos y de sus axilas y de su culo y de su belleza palpitando en mi cuerpo, ese que ahora solo sabe recordar.
Los rostros del mundo (219) Teatro de la crueldad
TEATRO DE LA CRUELDAD El mendigo, sentado en la calle comercial, tenía la pierna vendada tendida a la conmiseración del viandante. Con voz lastimera, reclamaba “una ayudita, por favor,” El joven de la chupa de cuero se sintió interpelado y le pegó una patada sañuda a la pierna herida al tiempo que le decía “toma ayudita, para que te saquen de la calle y te lleven al hospital” El mendigo empezó a gritar de dolor y el joven se desgañitaba pidiendo que llegara un médico, urgente, preocupándose, llamen a una ambulancia, urgente, este pobre hombre sangra.
Los rostros del mundo (218) La convicción
LA CONVICCIÓN La convicción, cerrada como un pantalán de mástiles inhiestos, mira por encima del hombro de la cerveza, tiene una solución para todos los chicles masticados, no corre, se cierne como una fortaleza sobre las cabezas de los pájaros, y marca los pasos certificados por el himen de la ideología. Es firme e insistente como monos aulladores decididos a ahuyentar a la pantera del pantano. Entre el criterio y la revolución, se reafirma a sí mismo aleccionando a los otros. Hace una hoguera con sus propios materiales de derribo, y la enciende, en medio de la oscuridad, como un faro. La convicción tiene un paso militar. No lleva zapatos, lleva botas. Quiere ir lejos, pero no se aleja de sus cuarteles.
Los rostros del mundo (217) El Buscavidas IV
EL BUSCAVIDAS IV Dice la mujer: Yo nunca me obstino contra los hechos. Dice el hombre: No hay hechos que me impidan, llegar a ti.
Los rostros del mundo (216) El Buscavidas III
EL BUSCAVIDAS III Yo pensé para mí: Esta niña sufrirá, cómo sufrirá esta niña, por ser exigente, perfeccionista, elevada. No podrá evitar las travesías de los insectos, los insectos de la polución ambiental, el ambiente hostil de los otros sin luz, los ciegos reveses de los que lastran los pies, los patosos de la instrucción pública, el público que exige siempre la novedad como alimento, el alimento envenenado de la envidia.
Los rostros del mundo (215) El Buscavidas II
EL BUSCAVIDAS II - Donde hay amor ¿tiene que haber cadenas? - No, yo te he inventado. No eres un ser real. - El amor, ¿es irreal? - El amor es una irrealidad que se vive como una realidad, o una realidad que se vive como una fantasía.
Los rostros del mundo (214) El Buscavidas I
EL BUSCAVIDAS I - Te quiero - ¿Necesitas decirlo? - Sí, oír esas palabras. - Si tú las pronuncias, no permitiré que te arrepientas.
Los rostros del mundo (213) Oración XLIV
Oración XLIV Concédenos Señor, una paz efímera, un descanso nuclear, un claro de bosque, un lugar sin huellas, un trozo de inexistencia, un pedazo de cielo sin aviones ni estelas que lo rasguen, una acción sin mácula de pecado, un oasis de silencio, una penumbra ininterrumpida, una cruz tumbada en el suelo, cubierta por la hierba, un patio cerrado por una pérgola trepada por la vid , un rincón de macetas con geranios invencibles, una vasija de renacimiento, una pila bautismal que nos limpie, una confesión sin palabras, una libertad soñada, un amor que nos redima, por un tiempo, de esta realidad aplastada por la gravedad, esa aliada de la muerte.