Iuch iuch iiighs Iauch iiiuuuhhss Iauch iiiuuhhss hihiuch Juch juch juch iauhs Iauchs iauhs iifiss iifisshh Traducción: Veo el matiz en la distancia Veo el miedo en el ojo de la liebre Veo la sangre fresca que palpita Soy como dios, desde el cielo domino la tierra.
Mes: abril 2021
Poemas Talmúdicos 16 – día 260
Serán bendecidos por la buena suerte: Aquellos que fíen su buena suerte a favor de los signos de la entrega; Aquellos que fíen su entrega al ejercicio de soñar con su salud; Aquellos que fíen su salud a no luchar contra su voluntad; Aquellos que fían su voluntad al canto general de sus remedios; Aquellos que fían sus remedios al perfil marino de su humildad; Aquellos que fían su humildad al salto del gorrión entre las patas del caballo; Aquellos que fían su caballo al trote de la agilidad y la diligencia; Aquellos que fían su diligencia a la dirección de John Ford.
Poemas Talmúdicos 15 – día 259
Según el maestro de la ilusión moral, un hombre tiene derecho: A borrar sus huellas; A dormir sin que su conciencia le recuerde las erratas de su escritura vital; Al vendaval de sus delirios; A desear la mujer del prójimo en la intimidad de sus sueños; A desear la muerte del maldito estrépito que le come las entrañas; A visitar a sus muertos en los otoños dolientes del recuerdo; A matar a quien quiera matarlo. Otros maestros añaden: A perderse en la selva de los signos indescifrables; A vivir enajenado en el soliloquio de las espigas demoradas; A viajar en busca de sí mismo; A viajar sin desplazarse. A morirse si le da la gana.
Poemas Talmúdicos 14 – día 258
Un hombre que no tiene mujer Es un lagarto que vive en una roca Es ortiga sin río ni limonero Es una vía muerta del tren minero El gran infortunio de una mente loca. Es esa lotería que nunca toca El que en la cola del morir va el primero Ese que bajo el sol no lleva sombrero Ese que no tiene dientes en la boca. Es el actor del escenario vacío Que recita soliloquios para sombras Que no recordarán los ojos del ciego Es el mudo sembrador que nunca nombras Dios de los cielos que esparces el rocío Dejando al hombre soltero para luego.
Poemas Talmúdicos 13 – día 257
Dijo el maestro: Aquel que, siendo buen poeta, adula al artista consagrado, acaba desmerecido a mis ojos. Cuando el artista consagrado lo es por una camarilla de plastas aprovechados, el poeta que lo adula, deja de ser un buen poeta para pasar a ser un poeta adulterado. Adular es adulterar. Entre los artistas consagrados y los poetas de goma espuma se mueve el cotarro de la mucha fama y la poca enjundia. El artista consagrado está forrado. Sus brochazos metafísicos se pagan a un precio astronómico. La adulación del poeta se paga a un precio gastronómico. Sentarse a la mesa del maestro es suficiente pago para el poeta adulador. Tanto el arte como la poesía van por otros caminos. Ellos lo saben y por eso los silencian. No hay suficiente oro para todos.
Poemas Talmúdicos 12 – día 256
El maestro reflexionaba: La generosidad que busca la adulación o la recompensa, no es generosidad, es aprovechamiento. La generosidad provechosa es secreta, si no es secreta es aprovechada. La generosidad que promociona el interés del generoso, es más infame que la cagada de un camello sobre la cabeza de un sabio. El generoso genuino se fusiona con la nada. La nada es la alfombra que lo lleva a desaparecer sin dejar el pringue del falso generoso. De la generosidad se puede decir lo que el rabino Canetti de Cuenca decía de la bondad: “no admite disfraces y no tolera el aplauso”
Poemas Talmúdicos 11 – día 255
Escriben bien los retóricos, los gramáticos sin alma, los administradores de las catástrofes cíclicas, los secretarios de sus señorías, los alumnos limosos del prestigio piramidal, los escribas aduladores del poder sublime, los reseñistas que perpetúan los bostezos de la trilla meridional. El retórico construye un acueducto sin agua, un aeropuerto sin aviones, un libro de necias vacuidades. No es suficiente escribir bien. Es necesario una inteligencia que sobrevuele por encima del argumento y su gramática. Los idiotas también escriben bien. Por eso el rabino Aira dejó caer: “Hay que dejar que desfilen los oropeles de la inteligencia, del valor aparente. Hay que escribir mal para escribir bien”
Poemas Talmúdicos 10 – día 254
El hombre viejo del banco público le aconsejaba al joven que estaba a su lado: Cuídate de los aduladores; De los criados en la ostentación y el lujo; De los seductores que te usan como espejo de sus vanidades; De la mujer que se mira en los escaparates y no se preocupa de tu hacienda; Del vecino que espía tu buzón y de los altivos sin mérito que mucho presumen y nada cumplen. El joven seguía llorando por el dolor de una novia recientemente perdida. El hombre viejo le contó su historia de desamor y acabó afirmando que, por su experiencia, el tiempo lo cura todo. El joven pensó: “a la mierda con el tiempo” El hombre viejo pensó: “ya le llegará el tiempo del tiempo”.
Romance de las Puertas
¿Y si la puerta abre otra puerta, y esa puerta se abre y te deja en la orilla de un desconsuelo? -pasillos de puertas abiertas barridos por vientos ajenos; sucesión de puertas inciertas, puertas que amortajan perplejos asuntos de presión y niebla que esconden al lobo imperfecto; tu alma que se agita y se enerva detrás de la puerta del miedo y se paraliza y se inventa lo que apenas oye, lo quieto del corazón y la severa caída del amor en seco, sin raptos que traigan querencias, sin voces que alejen los ecos, sin limpios destinos, sin lentas nubes que sueñen un verbo claro, preciso, sin dilemas: alciones gozando en su vuelo. Las puertas cerradas revelan el mudo clamor del silencio, el fragor buscando respuestas que jamás otorgan los cielos