Administración
Matrimonio – día 10
Se amaron cuando fueron jóvenes y se han tenido que soportar desde entonces sin que se hayan dado cuenta de que aquel amor sólo existe como un residuo de perfume desaparecido, de sangre disecada, de ceniza en la memoria.
Menta – día 9
Abundan los que hablan mal de mi. (yo el primero). Abundan los que no me entienden. (yo entre ellos). Nadie sabe nada. Nadie me lee. Todos ignoran la paz de la menta que entra por la ventana de la noche.
El placer del agua – día 8
El primer homínido que cayó al agua y empezó a chapotear de miedo y a salpicar a los miembros asustados de la tribu y sintió que hacía pie, que tocaba tierra, y que el agua no era una oscura mano que lo atrapaba y lo llevaba a lo insondable, a lo ignoto, descubrió, como tantas veces por azar o inesperadamente, descubrió, digo, el placer del agua. Y el primero, tal vez el mismo, que sintió que flotaba y podía entrar en las aguas que lo cubrían y movió los brazos y las piernas y avanzó inventando la natación, nos proporcionó el más limpio placer compensatorio de las frustraciones de la vida. Placer que aún dura, que nos da una felicidad de esplendor y verano, tan hermoso como el mar o el amor.
Trato o truco – día 7
Me acerqué al precipicio y oí la voz del abismo que me decía: “sé valiente, tírate”. Me aparté con precaución. Mi experiencia me dice que todos aquellos que te piden que seas valiente, que te atrevas, te están tendiendo una trampa: quieren que te signifiques, quieren que te delates, quieren saber quién es el Viriato anónimo que no se vende para poder abatirlo y honrarlo como a un héroe. Un héroe muerto, claro.
Convivencia – día 6
Así que hablas en silencio, pues yo callaré levantando la voz.
Advocaciones apócrifas – día 5
San Colofón de las Falsas Promesas, retorna a tus mentiras narcisistas. Santa Lerdicia de los Pasos Lentos, que las maratones te sean leves. San Crepúsculo de los Cromosomas Cruzados, acércate a los críticos con mansedumbre. Santa Bóvila del Crecimiento Precoz, practica tus libaciones en otras fuentes. San Perifollo del Orgullo Gay que tu nombre preceda tus procesiones. Santa Emérita de los ojos tristes, búscate otro rey de verbigracia. San Patrocinio de las Causas Efímeras que los humos te sean propicios. Santa Lutecia de los Vicios Ocultos que tus llagas públicas sean gozosas.
Amuletos – día 3
Camino a la superstición me encontré un cristal medio enterrado en la arena. Era de color verde opaco con las aristas redondeadas, pulido por una intemperie de lunas y serpientes, pasos de centuriones y dromedarios. Conservaba la calidez de los muchos soles acumulados, de melazas derramadas en los agostos de los desiertos insomnes. Era un auténtico amuleto de duración y salud. Lo conservé en mi bolsillo acariciando la rugosidad virtuosa que emanaba al menor roce. Lo volví a dejar a la puerta de una casa triste. El amuleto que yo buscaba era otro y tenía que ver contigo. No pararía hasta encontrarlo aunque perdiera la salud en el intento.
La tentación – día 2
La tentación siempre sigue ahí: la de hablar con abstutricias de tornasol que irisen las clemencias de las rosas insufribles, para que induzcan las feroces barracas a febriles indicios de salud y pesetas, así, claro, para que nadie nos entienda, como si, que nos entendieran fuera algo crésido o prístino.