La tentación – día 2

La tentación siempre sigue ahí:
la de hablar con abstutricias de tornasol
que irisen las clemencias
de las rosas insufribles,
para que induzcan las feroces barracas
a febriles indicios de salud y pesetas,
 
así, claro,
para que nadie nos entienda,
como si,
que nos entendieran
fuera algo crésido o prístino.

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