Para Charles Simic – día 59

El dragón chino que festeja el año del mono
estaba guiado por terroristas islámicos
en horas de asueto y diversión.
 
Un manto de niebla cubre la laguna recuperada.
Han vuelto los juncos y los cañizos a la ribera,
las aves acuáticas, los peces y los pescadores.
También los caimanes. Aunque nadie los ha visto.
 
Compro dos veces el mismo libro y sigo sin leerlo.
 
El líder político radical pierde la cabeza
por una adolescente que dibuja animales,
come gominolas y quiere ser santa.
 
Rambo dejó las armas por las letras.
Escribió un poemario titulado El arco y la liebre.
 
He visto una rata mayúscula dándose un banquete
en medio de una carretera rural. Los coches la esquivan.
Ella ni se inmuta. Sigue pensando en ser reina.
 
Mi biblioteca tiene más libros de los que puedo leer.
Los cambio, uno por uno,
por piedras bajadas del Himalaya.
 
El afluente se cansó de desembocar en el Duero
y giró para desembocar en el Tajo.
 
El vuelo de cometas o el tiro con catapulta
o la caza con halcón no llegaron a triunfar
como deportes olímpicos. Tampoco
el lanzamiento de piedras sobre el agua.
 
El vuelo del águila dibujó un destino
que sólo supo interpretar la cabra montesa.
 
Competíamos por ver quién era el imbécil
que más corría. Quedé el segundo a un segundo.
 
Al final del camino había un precipicio
por el que se iban tirando todos los fieles de la secta.
El gurú los contemplaba desde una atalaya.
 
El gorrión picoteó el ojo del gato
y lo dejo ciego para hacer el Camino de Santiago.
 
En Barranca del Cobre -Méjico- hay una escuela
que enseña a andar en el abismo. No hay cifras del éxito.
Sólo sabemos que los buitres han prosperado.
 
El hombre que se comunicaba con los perros
ladraba con la misma agónica agitación
que a mí me ponía de los nervios. Le pregunté
que pasaba con tanto desconsuelo.
Me dijo que los perros se angustiaban
porque el cielo no los tenía en consideración.
 
Me fui a China y volví en el mismo día.
Tampoco es para tanto.
 
Moví ficha y el paradigma se cayó.
 
 

 
 
      
          



 




      

El perseguidor – día 58

Entré en Rocas Rojas
siguiendo las huellas lácteas
de una luna menor
que alumbraba un camino de tierra
entre la sombría vegetación
del planeta innombrado.
 
Entré sin protección,
guiado por un instinto suicida,
pues morir ya no se había convertido
en una excusa para no entrar en acción.
 
Debía acabar con aquella presencia
que regía mi alma con mano siniestra,
el doble que me sustituía con deterioro
en el consejo, en la familia de los guerreros,
en el lecho furtivo del amor.
 
El destino de Rocas Rojas me deparó
tristes noticias de mí. Aquel doble
había cometido un crimen imperdonable
y ahora yo, no tan sólo tenía que encontrarlo,
sino que tenía que esconderme
de aquellos vengadores que lo buscaban,
es decir, que me buscaban.
 
Conseguí camuflarme sin parecerme,
conseguí ser yo sin mi apariencia,
conseguí verlo entre la dispersión de los reflejos,
de las luces oblicuas, de las aguas ufanas,
conseguí tenerlo bajo mi punto de mira,
conseguí disparar y acabar herido.
 
Desperté en el lecho de las mecánicas micénicas,
en el depósito experimental del resentimiento,
en la cúspide de los entes deplorables,
en el taller de las reparaciones biónicas.
 
Entre aquellas nubes de vapor,
entre aquellas descargas de rayos ultra-libres
pude retornar a la conciencia.
Pero era una conciencia nueva.
No reconocí en ella los valores
que mi memoria de transición aún recordaba.
Me sentí reprogramado, dispuesto
para afrontar otras dimensiones del yo,
otras oscuridades, otras exclamaciones,
otros resentimientos, otras luces.
Aún tardé heredades en olvidar todo
y comenzar de nuevo, mi nuevo destino,
mi nuevo ángel de un tiempo de orfandad y sombra.
 
 
      
          



 




      

Depredator – día 57

Amo a los animales, por eso me los como.
Pollos, conejos, ocas, patos,
cabritos, terneros, vacas, bueyes, corderos,
aves, truces, trenes,
del mar, del río, del aire, de la tierra,
cerdos, el ave más bella del mundo
      si volara, como dijo Cunqueiro.
 
La humanidad entera, yo el primero,
o el último, qué más da,
debemos estarles eternamente agradecidos.
Ellos contribuyeron, en gran medida,
a que el cerebro de los primeros primates
pasara de 450 cm3 a los 1800 actuales.
Ello permitió las habilidades
del habla y las herramientas,
y todas las invenciones desde el fuego y la rueda
a este teclado en el que escribo
estas palabras de un troglodíta depredator,
que, aclaro, no soy yo.
 
Desde aquí se van oyendo
      los gritos de los veganos o vegetarianos
      o animalistas que dicen amar a los animales
      y viven con cocodrilos.
 
Si solo hubiéramos comido hierbas
ahora seríamos apacibles como rumiantes,
cobardes como conejos, acuosos líricos
      entre las garras del tigre.
Pero, no, decidimos comer carne
      hacernos agresivos para combatir
a los predators que nos tenían en su dieta.
Quisimos ser como ellos y aquí estamos,
decididos a acabar nuestros días
      consumidos por el amor,
el amor a los animales.
          



 




      

Los signos del cuervo – día 56

Si el cuervo quiere volar,
ponte presto a cabalgar.
 
Si el cuervo vuela por lo alto,
toma el castillo al asalto.
 
Y si el cuervo vuela raso,
no retrocedas ni un paso.
 
Si grazna el cuervo y no calla,
entra fiero en la batalla.
 
Si ves cuervo sobre cuerva,
tendrás una lucha acerva.
 
Si el cuervo estira la pata,
tendrás una guerra ingrata.
 
Si grazna desesperado,
no te pongas de su lado.
 
Si notas que se hace el muerto,
tú te haces el inexperto.
 
Si el cuervo duda en su vuelo,
tú te tumbas plano en el suelo.
 
Y si remonta muy crecido,
¡a degüello decidido!
 
Si se posa en una roca,
usar la ballesta toca.
 
Y si lo hace en peñas altas,
te cazarán si no saltas.
 
Si el cuervo entra en laberinto,
sufrirás por ser distinto.
 
Si el cuervo sale de la nada,
atizónate la espada.
 
Si el cuervo va por el frío,
despójate como un río.
 
Si el cuervo grazna su ciencia,
adquiere paz y paciencia.
 
No pierdas nunca ocasión
de ver los signos del cuervo,
tienen la sombra del cielo
y el brillo de sus secretos.
 
El cuervo siempre sabe
verdades que ignoramos,
el agua de los sueños
que escapa de las manos.
     
                  



 




      

Diferencias entre ironía y sarcasmo – día 55

Ironía…
si quieres ser un humanista generoso,
      hazte banquero.
 
Sarcasmo…
al paso que vamos
      la palabra banquero
irá evolucionando
      hasta significar
atracador de bancos.
 
Ironía…
el banquero es una pieza clave
      del sistema para el reparto de la riqueza.
 
Sarcasmo…
aquel banquero era tan ladrón
      que robaba a su propio banco.
                  



 




      

Pintor – día 53

Detrás de los celajes magnéticos
hay un pintor temperamental
que busca el éxtasis
de los contemplativos.
 
Los atardeceres de vientos apaciguados,
de partículas latentes,
de golondrinas volando bajo,
propician su obra de arrebatos,
de amarillos y rojos y naranjas de furia y fuego,
de estrellados huevos contra el cielo
      de apocalipsis y cine.
 
Mañana lloverá o hará viento,
decía mi abuela
Sol rogent, pluja o vent.


 




      

La pregunta clave – día 54

La pregunta es:
¿por qué los pobres
votan al partido de los ricos?
 
Porque nadie quiere ser pobre.
Porque los pobres envidian a los ricos.
Porque entre el palo y el palio
      prefieren ir confesados.
Porque no saben llevar la contraria.
Por miedo.
Por adulación.
Para que les caigan las bendiciones
      que hicieron de algunos humanos
      hombres ricos.
Porque se conforman.
Porque la montaña es tan grande
      que dan ganas de echarse a dormir.
Porque los pobres odian ser pobres
      y admiran y desean ser ricos.
Porque les basta con el sueño de ser ricos.
¿Por  qué un pobre va a confiar en un pobre
      si quiere salir de la miseria y ser rico?
      ¿tendrá que confiar en un rico
      para que le muestre el camino…o qué?
Porque la pobreza también se hereda, como la riqueza.
Por inercia histórica.
Porque los que luchan contra la injusticia social,
      acaban en la cárcel o asesinados.
Por vivir escarmentados.
Porque siempre ha habido pobreza y siempre la habrá.
Porque ser pobre es ser imitador de Cristo, digno del cielo.
Porque vivimos en la mentira y la traición.
Porque no se fía del que quiere redimirlo de la pobreza.
      Es otro aprovechado más de los muchísimos aprovechados
que pueblan la tierra
Porque los pobres son una multitud
      a la espera de una lucidez que, tal vez,
      no venga nunca si no se busca, si no se trabaja.
Porque ser pobre es una santidad.
 
Los comensales de la mesa redonda
se levantaron con el convencimiento
de haber hecho una pregunta importante,
pero -siempre hay un pero en la vida del hombre-
que no se había acertado
      con la respuesta clarificadora.

 




      

Paraíso – día 52

El lomo de la ladera
      es hirsuto, seco, pedregoso.
El pueblo es mimético
      de la escasez coronada
por un azul inmenso.
 
En sus rincones de humedad,
      por donde discurren las acequias
que murmuran las oraciones del agua,
      hay una higuera que perfuma el aire
y hace soñar que el paraíso es una realidad
      que vives con sentimiento y sentido,                                         
que es una navegación que te lleva más allá,
que es un abandono de los resortes violentos,
que es una orilla que sestea en una primavera
      perenne de frutos y olvido.
 
Haber gozado de su intimidad
es lo único comparable a esta sensación
      de irrealidad y paraíso
que tiene este país de sequedad y agua.
Un paraíso que no lo parece.
Un paraíso escondido, como deben ser los paraísos.
 

 




      

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