Paraíso – día 52

El lomo de la ladera
      es hirsuto, seco, pedregoso.
El pueblo es mimético
      de la escasez coronada
por un azul inmenso.
 
En sus rincones de humedad,
      por donde discurren las acequias
que murmuran las oraciones del agua,
      hay una higuera que perfuma el aire
y hace soñar que el paraíso es una realidad
      que vives con sentimiento y sentido,                                         
que es una navegación que te lleva más allá,
que es un abandono de los resortes violentos,
que es una orilla que sestea en una primavera
      perenne de frutos y olvido.
 
Haber gozado de su intimidad
es lo único comparable a esta sensación
      de irrealidad y paraíso
que tiene este país de sequedad y agua.
Un paraíso que no lo parece.
Un paraíso escondido, como deben ser los paraísos.
 

 




      

Deja un comentario

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies