Poemas Talmúdicos 9 – día 253

 
 Dijo el talmúdico rabino de la buena suerte:
  
 Que tu alegría sea tan versátil
       como las golondrinas cazando insectos.
  
 Los insobornables puritanos 
       actúan como una piedra
 sobre el caparazón de una tortuga,
       añadiendo peso a los apesadumbrados.
  
 Veloz por la avenida nocturna
       de vuelta a casa después de una juerga,
 se agradece el silencio y la soledad,
       esas fórmulas de olvidar la vergüenza.
  
 El hombre no debería apuntalar a su fantasma.
 Ni gemir en medio de una noche de tormenta.
 Ni dolerse ante la audiencia de la sensibilidad.
 Ni in-sustanciarse para parecer humilde.
  
 Ser humilde no es humillarse. 

Poemas Talmúdicos 8 – día 252

 La lluvia tiene una diferente influencia
       si cae sobre el mármol crepuscular
 o sobre la tierra porosa,
  
 así el amor,
       infértil de paradigmas para unos,
 llenos de cosechas oraculares para otros.
  
 Al esconderse de la lluvia
 el hombre encontró un refugio
 lleno de alimañas
 con las que aprendió
 algunas tretas para sobrevivir 
       a los diluvios que circundan la vida.
  
 La lluvia no moja al precavido
 -dijo el discreto cazador de corales-
 que multiplica su suerte por dos
 y la ofrece a su esposa como una riqueza
       regalada a los suburbios.
  
 La lluvia levanta las tapas
       de los desagües urbanos
 y desata las risas 
       de los transportes públicos.
  
 La lluvia, junto con la primavera,
      inventó la filosofía
 del eterno retorno. 

Poemas Talmúdicos 7 – día 251

  Ardo en las contradicciones.
  
 No tengo un deseo
       tengo un bazar.
 Odio y me olvido,
       no puedo perder el tiempo.
 Odio y perdono,
        no soy puritano o integrista.
  
 Soy lo más importante que conozco
       después de ti y el hambre insaciable,
 después del anochecer y su versión efímera.
  
 La amistad es una moneda.
       Con el paso del tiempo 
 se valoriza o se devalúa,
 como la palmera del palmeral
 cuando el viento no sopla a su favor.
  
 Sin humor 
 ya te puedes ir labrando 
       un porvenir de asesino. 

Poemas Talmúdicos 6 – día 250

 Hay que huir del peligro
 tanto como de las tentaciones
 -espejos enfrentados-
  
 Huir siempre del ser humano, ser ajeno,
 estar en prevención, vivir escondido;
 De él, como del perro, 
 la sarna o la dentellada,
 como del zorro, el engaño, la traición;
 Tener su maldad congénita 
 bajo tu manto protector;
 No perderle los ojos 
 a las serpientes venenosas,
 ni a los animales que cocean.
  
 Huir de las mujeres 
 que te hacen perder el sentido,
 y no te ayudan a recuperarlo;
 De las mujeres 
 que no te hacen perder el sentido
 y administran mal tu hacienda 
 y te inducen 
 a la esclavitud de los deberes.
  
 Para ellas es tan difícil encontrar 
       al hombre de su medida,
 como para el hombre, encontrar la suya.
 De este desencuentro de hombre y mujer
 se derivan todos los males.
 Quien lo encuentra, se encuentra,
 y queda, por los dioses del azar,
 bendecido hasta la muerte
 y la memoria de la estirpe.

 Para él sea la música de las aguas ufanas

Poemas Talmúdicos 5 – día 249

 La verdad es un camino de ida y vuelta,
 por eso el rabino rabioso aconsejaba:
  
 Estar siempre en disposición de desprenderse;
 Que cuando se cierre una puerta y quedes en la calle, 
       aceptes tu destino de calle;
 Ama tu esquina, tu rincón de costumbre, 
       tu porción de lluvia y frío, tu intemperie;
 No dependas de la caridad del amo,
       al que siempre le falta una r para ser amor;
 Olvida el ego en cualquier estercolero 
       de las segundas oportunidades;
 No tengas miedo de convertir una sala de espera
       en una casa de paso, en un hogar de viento y marea,
       en un festín de jilgueros liberados entre cerezos;
 En general, no tengas miedo, domínalo antes de que te domine
       y te lleve a comer hostias consagradas
       a las fauces oscuras del túnel tabernario;
 Ten despierto tu deseo para las mujeres que te deseen;
 Entra en la autopista con la música dispuesta 
       para llegar a casa y dejar que el mundo siga
       su tarea sensible.
 Olvídate de mí. Yo siempre me desacredito para quienes
       se hacen ilusiones conmigo. 
   

Poemas Talmúdicos 4 – día 248

 Para evitar las malas cosechas
 se aconsejan estos proverbios
 de la experiencia neolítica:
  
 No entierres ningún animal doméstico
       en la tierra preparada para la siembra;
 No cerques tus tierras con higueras, reserva una
       para dar sombra a tu casa;
 Recibe los rubís de los granados 
       a la orilla de los caminos;
 No te prives del agua, tu eres tu propia cosecha;
 Haz trabajar a tus demonios
       a favor de tus promesas incumplidas;
 Restituye y conserva las semillas,
       ellas son el don irrenunciable.
  
 Otros añaden:
 Quienes no cuiden su propia tierra
       no comerán en los malos tiempos.
   

Poemas Talmúdicos 3- día 247

 De los crepúsculos se han dicho seis cosas:
  
 Orientan el crecimiento de las montañas;
 Regalan éxtasis de fortuna diversa
       entre los adictos a la melancolía;
 Ayudan a comprender la belleza
       destructiva del fin del mundo;
 Comunican horizontes a la comunidad extrema
       de los hombres serenos;
 Diversifican la suerte de los muertos 
       antes de partir;
 Elevan la certidumbre al nivel de la incertidumbre.
  
 Y algunos añaden:
 Morir lejos de casa añade extrañeza a la extrañeza,
 pero el crepúsculo, como un agua de luz, la apacigua.
         

Poemas Talmúdicos 2- día 246

 En una hoja apócrifa de un libro de Jabès
 que no llegó nunca a ver la luz de las imprentas,
 se leen estos versos referidos a los riesgos morales:
  
 Las pruebas del destino no son en vano;
 Los animales que te acompañan en el sufrimiento
       también necesitan tu compasión;
 Aprovecha el dolor ajeno para adelgazarte 
       con el dolor propio;
 No practiques la fornicación 
       en presencia de tus invitados;
 Procura no darte un golpe en la cabeza 
       con el tronco de una higuera;
 No corras, es de cobardes, pero date prisa,
       es de diligentes;
 Si aceptas el dinero de la corrupción
       no admitas la traición de tus principios.
 No comas mucho pan, guarda un poco
       para los que te acompañan, gorriones y hormigas.
 Las pirámides, que te preservan del desierto,
       conectan a los muertos  con sus dioses,
       y a sus dioses, con el polvo y la nada.
 Solo hay un dios verdadero que no conoces.
       Él te conoce. No te creas importante.
   
          

Poemas Talmúdicos 1- día 245

 
  Del agua del mar 
       se han dicho cinco cosas:
  
 Que cura las heridas de los cuchillos oxidados;
 Que desprende las costras que provoca el sol
       en la cabeza de sus adoradores;
 Que refleja el espejo de la luna en el rostro
       de los adolescentes acongojados;
 Que disgusta a las caballerías sedientas del desierto:
 Que arde en el suspiro de los barcos que huyen
       del horizonte común a la aventura personal.
  
 Algunos también añaden
 que corroe las construcciones de la avidez,
       de los especuladores de las pasiones ajenas.
   
       

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies