George Orwell – día 41

Cuando leo estas palabras de George Orwell,
-resumen final de su experiencia
de la guerra civil española-:
Es curioso, pero estas vivencias
no han disminuido sino aumentado
mi fe en la decencia del ser humano
renuevo mi esperanza, siempre a punto de perderse,
y vuelvo a creer en la decencia, si no de todos,
por lo menos de algunos seres humanos.
 
Esas vivencias están llenas, según cuenta él mismo,
de inoperancias, necedades, incompetencias, suciedad,
fanfarronerías, pobreza, violencia…
y, no obstante, él fue capaz de ver aquello
      que yo no hubiera visto,
aquello que solo la paciencia santificada de la bondad
       podría ver y que yo no hubiera visto,
aquello que solo un espíritu limpio y voluntarioso
      vio y yo no hubiera visto.
 
De entrada, ante tanta ineficacia, tanta suciedad,
      tanta violencia, tanta absurda destrucción,
hubiera reaccionado con asco y ganas de salir pitando,
como hicieron algunos, señalados como cobardes por los voceros
de la moralidad  del “conmigo o contra mí".
Por muy nobles que fueran las intenciones revolucionarias,
por más razón que las pudieran asistir,
-ya sabemos que los explotadores no sueltan un duro
si no les aprietas el cuello-
la corrupción gangrenosa de las consignas políticas,
la manipulación intencionada que vivía envuelta
en el aprovechamiento de los listos, añadido
      al asesinato y el crimen antes de llegar al frente,
me hubieran producido unas ansias de huida sin retorno,
de paso firme sin volver la vista atrás,
que me hubieran cegado para ver aquello que vio George Orwell
y yo no hubiera visto.
 
Los fines pueden justificar los medios
y entre dos males es normal elegir el menor.
La vida tiene ese tipo de encrucijadas y uno
no se puede disolver en el aire o salir volando,
que sería lo más bello. Pero,
-siempre hay un pero a la vuelta de la esquina-
cuando aparece la miseria del amigo, la mentira del colega,
la mierda del compañero, la corrupción del socio,
hay que empezar por atajarlas antes de huir hacia adelante,
si no, todo acabará en desánimo y destrucción,
o autodestrucción, que es peor por ser más enfermiza.
 
George Orwell se sobrepuso a tantos motivos para creer
en la decencia del hombre,
-motivos suficientes  para que yo hubiera sucumbido-
que no puedo por menos que sentir admiración.
Su personalidad fue un compendio de ingenuidad y solidez
que estructura un modelo de dignidad
que se perfila en medio de la herrumbre
con una voluntad de ser mejor en cada envite,
al que, tal vez, algún día, sea
merecedor de acercarme
y ver aquello que ahora no veo.
Una admiración que me renueva la fe en el humanismo
que él defendió con tanto valor y lucidez.
Ojalá hubiera más George Orwell
y menos stalins o hitlers y todas sus fotocopias
lamentables en el mundo.
Con él se podría ir a cualquier guerra justa,
como todas las que defienden
la decencia del ser humano.
 
 


 
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La invención del amor – día 40

Vestida de pijama con puntillas doradas
Veloz como un erotismo desatado
Vestida de deseo en la tarde que declina
Veloz como un fuego de incendios alentados
Vestida con la piel del nácar escondido
Veloz en los pasillos de la música sin límites
Vestida de azul en las playas de la desnudez
Veloz en el ansia del cuerpo sin derrota
Vestida de silencios y horizontes y encajes
Veloz en el filo que nos corta la mano
Vestida por la luna que declina en otoño
Veloz en la materia insomne del jazz
Vestida en la alcoba de la llave de oro
Veloz en la mirada ceñida por mis sueños
Vestida de espumas, rumores y espejos
Veloz por los senderos del bosque y la nada
Vestida de la gracia del mar que amanece
Veloz en la sangre que se entrega en la lucha
Vestida de selva, abismo y milagro
Veloz en la danza del vientre y el demonio
Vestida de la paz del verbo que se oculta
Veloz en el delirio que enardece los sentidos
Vestida de mentiras que no engañan a nadie
Veloz en la fiebre del rapto enajenado
Vestida de un ajedrez que enroca la noche
Veloz en el océano del sexo y su ley
Vestida de mi en la luz de la sombra
Veloz en las ondas que nos cierran los ojos…

 
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Sueños – día 39

“El problema de soñar es que al final nos despertamos”.
 
Patti Smith de su libro “El año del mono”
 
 
Vi un anzuelo en la boca decorada de una joven prostituta.
Vi un anciano caminando fatigado detrás de un carro al que no subía
      por no cansar al burro.
Vi un esbelto jinete en medio del páramo
      ensayando una postura de estatua.
Vi una arruga de trapo en un museo llamándome la atención
      por estar tranquilo ante el desorden.
Vi una catedral poblada en las alturas por pájaros negros
      que volaban en bandadas gritando “somos los dueños”.
Vi una estrella del cine seduciendo a un electricista del plató
      pasando del elenco poderoso de artistas y productores.
Vi una barca arrastrada desde la orilla llevando carbón
      y pieles y nubes de contrabando.
Vi a una joven madre fotografiando castillos,
      construyendo con sonrisas una explicación para su hijo.
Vi un extenso cielo azul sin ninguna mancha blanca
      que lo interpelara.
Vi un esqueleto blanco bajo la sombra de un árbol sin hojas.
Vi una sala de espera con un hombre antiguo
      sentado en su penumbra.
Me vi a mi mismo desenterrando monedas
      y volando por encima de los tejados. Los demás
      no sé si estaban a la expectativa o me perseguían.
Vi un corsario al asalto de unas enaguas en el castillo de popa.
Vi un capitán del desierto en la alcoba
      de una hermosa joven de Marrakech.
Vi a un ajedrecista envuelto en túnicas, poniendo semillas
      en los casilleros de un ajedrez infinito.
Vi a unos indios tomahawk extrañados y acechantes
      entre los helechos y el río.
      Aquello que observaban lo veían por primera vez.
Vi los signos de la despedida en el frío del páramo infernal.
      Era yo sufriendo el abandono.
Vi una farola y un grupo de gente marchándose entre risas.
      Atrás quedó alguien olvidado. Tal vez era yo.
 
Demasiados yo para mi gusto.
 
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Para Patti Smith – día 38

No soy más que una escritora, nada más.
No soy más que un mexicano que cree la verdad.
 
Tan solo soy un mendigo del cariño ajeno.
Tan solo soy un pistolero que nadie contrata,
 
Soy peor que una rata de metal domesticado.
Soy un letrero luminosos en medio del desierto.
 
No iría contigo ni a la vuelta del tiovivo.
No iría contigo ni a ver el calendario de las despedidas.
 
No soy más que un ángel buscando la salida.
No soy más que un borracho en el recuerdo del amianto.
 
Tal solo soy un poema para ser leído por los peces.
Tan solo soy una caricatura en el vapor de tu espejo.
 
Soy el pan caído a los pies de tu destreza.
Soy la trenza que esculpe tu paloma enamorada.
 
No iría contigo a ningún lugar que tu no estuvieras.
No iría contigo al fin de tu rostro ensangrentado.
 
No soy más que un grito inaudible a las tres de la madrugada.
No soy más que tu despojamiento y tu frío invernal.
 
Tan solo soy un rezagado de tu mano tendida.
Tan solo soy una manzana flotando en las aguas del tiempo.
 
Soy tu voz perseguida hasta el silencio de la harina.
Soy la escasez que emprendió el camino por ver más allá de la arena.
 
No iría contigo hasta la sal de las estatuas.
No iría contigo si supiera que no me amas,
O tal vez sí.




    
 


 
 
 

 
 



Romance del rey pasmado

abezón, sin pelo y cebado,
a dónde vas gordo de ti
si no te van a recibir
ni siquiera como regalo.
 
Eres un santo desgraciado.
Nadie espera nada de ti.
Así que puedes recibir
el título de rey pasmado.
 
Si sobas serás un sobado.
El país es mejor sin ti.
Solo te falta recibir
las citaciones del juzgado.
 
El futuro ya ha demostrado
que se puede pasar de ti.
Se acabó ya de recibir
los dividendos del pringado.
 
Por la carga que has aguantado,
esta canción es para ti.
Tal vez la puedas recibir
tal si fueras el rey del mambo.
 
Yo, ni siquiera te he nombrado
-está prohibido hablar de ti-
aunque aprendiste a recibir
el pastizal de los pasmados.
 
 
 

Libro de oraciones I – día 37

Una oración por mis talentos desaprovechados.
Una oración por las mujeres que dejé de amar
      derrotado por las imágenes.
Una oración por ella, que le será fiel
      hasta el máximo horizonte de la melancolía.
Una oración por él que sigue las huellas
      de sus sueños de felicidad irrenunciables.
Una oración para toda la gente que, viviendo en la penuria,
      nunca pierden el buen humor.
Una oración para todos los que se asoman al mundo 
      con una sonrisa
o unas palabras perladas de buenas intenciones,
      aunque sean un poco bobas, las sonrisas y las palabras.
Una oración para todos los que desean el bien de los otros,
      aunque sea mentira.
Una oración para todas las amarguras que no permiten
      el florecimiento de la risa.
Una oración para la risa.



    
 


 
 
 

 
 



El Político Importante – día 36

El Político Importante
engola la voz
para dar solemnidad al acto
de entrega de diplomas
a los más sumisos de los súbditos.
También se pone
unas alzas en los zapatos
para disimular
su enanismo mental.
 
El Político Importante
resuelve la cuadratura del círculo:
impone sus intereses personales
por encima de los intereses del pueblo
y el pueblo lo aplaude. Y más:
lo proclama  LSD, es decir, 
Líder Supremo Defendible.
 
El Político Importante
sabe que tiene un lugar en la historia,
(ese catálogo de nombres ilustres
que pretenden sobrevivir en el tiempo),
por eso es un esclavo de su imagen.
Siempre procura aparecer distinguido,
natural, espontáneo, sonriente,
saludando a diestro y siniestro,
besando niños con flores,
ancianas con sombrero, caballeros andantes,
maniquís de grandes superficies,
líderes locales de los pueblos que visita
con la urgencia de Mister Marshall
en la peli de Berlanga.
 
Trata de evitar la impostura y la rigidez,
pero ¡aylas! no siempre puede,
a veces aparece su rostro de cartón piedra,
la mancha indeleble del alma de la camisa,
la etiqueta del pantalón recién estrenado,
la maldición de la mala imagen,
intrigante como esa cucaracha
que se pasea entre los pasteles del escaparate
de la mejor pastelería de la ciudad


    
 


 
 
 

 
 



Advocaciones Apócrifas 3 – día 35

Ntra. Sra. del Perpetuo Malentendido,
      intercede por los tontos.
Sr. Ntro. de las Rectificaciones Favorables,
      agiliza los papeles del paro.
Ntra. Sra. de los Desvelos Animistas,
      amamanta a las víboras.
Sr. Ntro. de los Deportistas Decadentes,
      súbele el sueldo a Messi.
Ntra. Sra. de la Burricie Congénita,
      asesora a los cretinos.     
Sr. Ntro. de las Baboserías Sexuales,
      lávate las manos.
Ntra. Sra. de las Bendiciones Benéficas
      reza por los ricos.
Sr. Ntro. de los Órdagos Famélicos
      pasa de las apariencias y come.
 


 
 
 

 
 



Corazón – día 34

Ayer fue, hoy no será,
mañana, tal vez.
 
Corazón herido
buscando su sentido.
Corazón alegre
herido por la fiebre.
Corazón de peluche
metido en un estuche.
Corazón de papel
lamentos de un infiel.
Corazón de manzana
resonancia que sana.
Corazón de león
noches de polisón.
Corazón sin criterio
cantando su salterio.
Corazón sin sueño
ajeno de su dueño.
Corazón ciego
jinete sin sosiego.
Corazón insondable
que el silencio nos hable.
Corazón de melón,
pepitas de felón.
Sagrado corazón
misterio y solución.
Corazón joven
amigo de Beethoven.
Corazón cansado
sublime y delicado.
 
Ayer fue, hoy no será,
mañana, tal vez.
 
 
 

 
 



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