Cuando leo estas palabras de George Orwell, -resumen final de su experiencia de la guerra civil española-: Es curioso, pero estas vivencias no han disminuido sino aumentado mi fe en la decencia del ser humano renuevo mi esperanza, siempre a punto de perderse, y vuelvo a creer en la decencia, si no de todos, por lo menos de algunos seres humanos. Esas vivencias están llenas, según cuenta él mismo, de inoperancias, necedades, incompetencias, suciedad, fanfarronerías, pobreza, violencia… y, no obstante, él fue capaz de ver aquello que yo no hubiera visto, aquello que solo la paciencia santificada de la bondad podría ver y que yo no hubiera visto, aquello que solo un espíritu limpio y voluntarioso vio y yo no hubiera visto. De entrada, ante tanta ineficacia, tanta suciedad, tanta violencia, tanta absurda destrucción, hubiera reaccionado con asco y ganas de salir pitando, como hicieron algunos, señalados como cobardes por los voceros de la moralidad del “conmigo o contra mí". Por muy nobles que fueran las intenciones revolucionarias, por más razón que las pudieran asistir, -ya sabemos que los explotadores no sueltan un duro si no les aprietas el cuello- la corrupción gangrenosa de las consignas políticas, la manipulación intencionada que vivía envuelta en el aprovechamiento de los listos, añadido al asesinato y el crimen antes de llegar al frente, me hubieran producido unas ansias de huida sin retorno, de paso firme sin volver la vista atrás, que me hubieran cegado para ver aquello que vio George Orwell y yo no hubiera visto. Los fines pueden justificar los medios y entre dos males es normal elegir el menor. La vida tiene ese tipo de encrucijadas y uno no se puede disolver en el aire o salir volando, que sería lo más bello. Pero, -siempre hay un pero a la vuelta de la esquina- cuando aparece la miseria del amigo, la mentira del colega, la mierda del compañero, la corrupción del socio, hay que empezar por atajarlas antes de huir hacia adelante, si no, todo acabará en desánimo y destrucción, o autodestrucción, que es peor por ser más enfermiza. George Orwell se sobrepuso a tantos motivos para creer en la decencia del hombre, -motivos suficientes para que yo hubiera sucumbido- que no puedo por menos que sentir admiración. Su personalidad fue un compendio de ingenuidad y solidez que estructura un modelo de dignidad que se perfila en medio de la herrumbre con una voluntad de ser mejor en cada envite, al que, tal vez, algún día, sea merecedor de acercarme y ver aquello que ahora no veo. Una admiración que me renueva la fe en el humanismo que él defendió con tanto valor y lucidez. Ojalá hubiera más George Orwell y menos stalins o hitlers y todas sus fotocopias lamentables en el mundo. Con él se podría ir a cualquier guerra justa, como todas las que defienden la decencia del ser humano. .
Mes: septiembre 2020
La invención del amor – día 40
Vestida de pijama con puntillas doradas Veloz como un erotismo desatado Vestida de deseo en la tarde que declina Veloz como un fuego de incendios alentados Vestida con la piel del nácar escondido Veloz en los pasillos de la música sin límites Vestida de azul en las playas de la desnudez Veloz en el ansia del cuerpo sin derrota Vestida de silencios y horizontes y encajes Veloz en el filo que nos corta la mano Vestida por la luna que declina en otoño Veloz en la materia insomne del jazz Vestida en la alcoba de la llave de oro Veloz en la mirada ceñida por mis sueños Vestida de espumas, rumores y espejos Veloz por los senderos del bosque y la nada Vestida de la gracia del mar que amanece Veloz en la sangre que se entrega en la lucha Vestida de selva, abismo y milagro Veloz en la danza del vientre y el demonio Vestida de la paz del verbo que se oculta Veloz en el delirio que enardece los sentidos Vestida de mentiras que no engañan a nadie Veloz en la fiebre del rapto enajenado Vestida de un ajedrez que enroca la noche Veloz en el océano del sexo y su ley Vestida de mi en la luz de la sombra Veloz en las ondas que nos cierran los ojos… .
Sueños – día 39
“El problema de soñar es que al final nos despertamos”. Patti Smith de su libro “El año del mono” Vi un anzuelo en la boca decorada de una joven prostituta. Vi un anciano caminando fatigado detrás de un carro al que no subía por no cansar al burro. Vi un esbelto jinete en medio del páramo ensayando una postura de estatua. Vi una arruga de trapo en un museo llamándome la atención por estar tranquilo ante el desorden. Vi una catedral poblada en las alturas por pájaros negros que volaban en bandadas gritando “somos los dueños”. Vi una estrella del cine seduciendo a un electricista del plató pasando del elenco poderoso de artistas y productores. Vi una barca arrastrada desde la orilla llevando carbón y pieles y nubes de contrabando. Vi a una joven madre fotografiando castillos, construyendo con sonrisas una explicación para su hijo. Vi un extenso cielo azul sin ninguna mancha blanca que lo interpelara. Vi un esqueleto blanco bajo la sombra de un árbol sin hojas. Vi una sala de espera con un hombre antiguo sentado en su penumbra. Me vi a mi mismo desenterrando monedas y volando por encima de los tejados. Los demás no sé si estaban a la expectativa o me perseguían. Vi un corsario al asalto de unas enaguas en el castillo de popa. Vi un capitán del desierto en la alcoba de una hermosa joven de Marrakech. Vi a un ajedrecista envuelto en túnicas, poniendo semillas en los casilleros de un ajedrez infinito. Vi a unos indios tomahawk extrañados y acechantes entre los helechos y el río. Aquello que observaban lo veían por primera vez. Vi los signos de la despedida en el frío del páramo infernal. Era yo sufriendo el abandono. Vi una farola y un grupo de gente marchándose entre risas. Atrás quedó alguien olvidado. Tal vez era yo. Demasiados yo para mi gusto. .
Para Patti Smith – día 38
No soy más que una escritora, nada más. No soy más que un mexicano que cree la verdad. Tan solo soy un mendigo del cariño ajeno. Tan solo soy un pistolero que nadie contrata, Soy peor que una rata de metal domesticado. Soy un letrero luminosos en medio del desierto. No iría contigo ni a la vuelta del tiovivo. No iría contigo ni a ver el calendario de las despedidas. No soy más que un ángel buscando la salida. No soy más que un borracho en el recuerdo del amianto. Tal solo soy un poema para ser leído por los peces. Tan solo soy una caricatura en el vapor de tu espejo. Soy el pan caído a los pies de tu destreza. Soy la trenza que esculpe tu paloma enamorada. No iría contigo a ningún lugar que tu no estuvieras. No iría contigo al fin de tu rostro ensangrentado. No soy más que un grito inaudible a las tres de la madrugada. No soy más que tu despojamiento y tu frío invernal. Tan solo soy un rezagado de tu mano tendida. Tan solo soy una manzana flotando en las aguas del tiempo. Soy tu voz perseguida hasta el silencio de la harina. Soy la escasez que emprendió el camino por ver más allá de la arena. No iría contigo hasta la sal de las estatuas. No iría contigo si supiera que no me amas, O tal vez sí.
Romance del rey pasmado
abezón, sin pelo y cebado, a dónde vas gordo de ti si no te van a recibir ni siquiera como regalo. Eres un santo desgraciado. Nadie espera nada de ti. Así que puedes recibir el título de rey pasmado. Si sobas serás un sobado. El país es mejor sin ti. Solo te falta recibir las citaciones del juzgado. El futuro ya ha demostrado que se puede pasar de ti. Se acabó ya de recibir los dividendos del pringado. Por la carga que has aguantado, esta canción es para ti. Tal vez la puedas recibir tal si fueras el rey del mambo. Yo, ni siquiera te he nombrado -está prohibido hablar de ti- aunque aprendiste a recibir el pastizal de los pasmados.
Libro de oraciones I – día 37
Una oración por mis talentos desaprovechados. Una oración por las mujeres que dejé de amar derrotado por las imágenes. Una oración por ella, que le será fiel hasta el máximo horizonte de la melancolía. Una oración por él que sigue las huellas de sus sueños de felicidad irrenunciables. Una oración para toda la gente que, viviendo en la penuria, nunca pierden el buen humor. Una oración para todos los que se asoman al mundo con una sonrisa o unas palabras perladas de buenas intenciones, aunque sean un poco bobas, las sonrisas y las palabras. Una oración para todos los que desean el bien de los otros, aunque sea mentira. Una oración para todas las amarguras que no permiten el florecimiento de la risa. Una oración para la risa.
El Político Importante – día 36
El Político Importante engola la voz para dar solemnidad al acto de entrega de diplomas a los más sumisos de los súbditos. También se pone unas alzas en los zapatos para disimular su enanismo mental. El Político Importante resuelve la cuadratura del círculo: impone sus intereses personales por encima de los intereses del pueblo y el pueblo lo aplaude. Y más: lo proclama LSD, es decir, Líder Supremo Defendible. El Político Importante sabe que tiene un lugar en la historia, (ese catálogo de nombres ilustres que pretenden sobrevivir en el tiempo), por eso es un esclavo de su imagen. Siempre procura aparecer distinguido, natural, espontáneo, sonriente, saludando a diestro y siniestro, besando niños con flores, ancianas con sombrero, caballeros andantes, maniquís de grandes superficies, líderes locales de los pueblos que visita con la urgencia de Mister Marshall en la peli de Berlanga. Trata de evitar la impostura y la rigidez, pero ¡aylas! no siempre puede, a veces aparece su rostro de cartón piedra, la mancha indeleble del alma de la camisa, la etiqueta del pantalón recién estrenado, la maldición de la mala imagen, intrigante como esa cucaracha que se pasea entre los pasteles del escaparate de la mejor pastelería de la ciudad
Advocaciones Apócrifas 3 – día 35
Ntra. Sra. del Perpetuo Malentendido, intercede por los tontos. Sr. Ntro. de las Rectificaciones Favorables, agiliza los papeles del paro. Ntra. Sra. de los Desvelos Animistas, amamanta a las víboras. Sr. Ntro. de los Deportistas Decadentes, súbele el sueldo a Messi. Ntra. Sra. de la Burricie Congénita, asesora a los cretinos. Sr. Ntro. de las Baboserías Sexuales, lávate las manos. Ntra. Sra. de las Bendiciones Benéficas reza por los ricos. Sr. Ntro. de los Órdagos Famélicos pasa de las apariencias y come.
Corazón – día 34
Ayer fue, hoy no será, mañana, tal vez. Corazón herido buscando su sentido. Corazón alegre herido por la fiebre. Corazón de peluche metido en un estuche. Corazón de papel lamentos de un infiel. Corazón de manzana resonancia que sana. Corazón de león noches de polisón. Corazón sin criterio cantando su salterio. Corazón sin sueño ajeno de su dueño. Corazón ciego jinete sin sosiego. Corazón insondable que el silencio nos hable. Corazón de melón, pepitas de felón. Sagrado corazón misterio y solución. Corazón joven amigo de Beethoven. Corazón cansado sublime y delicado. Ayer fue, hoy no será, mañana, tal vez.