Experiencia Xperiencia Periencia Eriencia Riencia Iencia Encia Ncia CIA Bajo las sucesivas capas de la experiencia se encuentra el espía.
Mes: septiembre 2020
Vientos contrarios – día 48
Las habilidades ganadas durante años de práctica, se pueden perder en un instante… y no me refiero a la muerte. Los vientos contrarios que traen la demencia, el accidente vascular, la ausencia de oxígeno, silenciosos asesinos que no matan, que acercan tu alma de animal semoviente al limitado vegetal que respira, esos vientos te dejan suspendido en la decrepitud de una higuera seca, que vive, pero no da frutos. Los vientos contrarios son muchos, la muerte sólo una. De ahí la tentación de la muerte, el único camino de la solución final de todas las contrariedades insufribles
Lógica – día 47
Todas las noches de aquel verano salía a pasear circunvalando el camping. En la zona más apartada y oscura del paseo se juntaban algunas ratas que se dispersaban a mi paso y volvían a juntarse cuando me alejaba. No sé lo que estarían royendo pues trataba de alejarme deprisa por el asco que me daban. Un día dejé de ver ratas y empecé a ver gatos, casi todos negros. Al principio eran dos, a los pocos días eran ocho, cuando quise darme cuenta eran más de veinte. Un espectáculo espeluznante. Una versión gatuna de Los pájaros. He de reconocer que llegué a pasar miedo. Los primeros días, los gatos se apartaban a mi paso. Después, ocupaban el paseo y no se movían del sitio y era yo el que buscaba un escape. Los gatos, impasibles, me miraban como diciéndome: tienes miedo, y en verdad un escalofrío me recorría la espina dorsal. Decidí no volver a pasar por el mismo sitio. Evitaba esa parte de la circunvalación. Veía los gatos desde otra esquina del recorrido, hasta que un día dejé de verlos. Encurioseado, volví al antiguo camino. Efectivamente, ya no había ningún gato. Había un perro, un rottweiler que me miró como diciéndome, tienes miedo, y en verdad se me puso la piel de gallina. Días más tarde, había una jauría de perros de mil leches diferentes. Una manada en busca de un destino. Volví a la alternativa del paseo que encontré en mi primera huida, hasta que un día dejé de ver perros. Tal vez aún conservaba un poco de curiosidad, pero mi lógica deductiva me decía que no entrara en esa parte del paseo. Siguiendo la cadena propia de los test de inteligencia, después de los perros, pensé, debe haber un tigre. Las ratas, los gatos y los perros aún se piensan lo de atacar a un hombre, pero un tigre no. Así que salí pitando hasta la recepción del camping y avisé a los guardias. Pero hombre, -me dijeron- ¿Cómo va a haber un tigre? ¿de dónde quiere Ud. que salga un tigre, aquí en Cambrils, destino turístico universal? Pedí la cuenta. No iba a permanecer ni un minuto más en este lugar de gente tan ilógica.
Juan Marsé – día 46
Si quieres ser un hombre amable aléjate de la gente. Sobre todo de los aduladores. Su amor es seco. Viene con alas decadentes, con sonrisas de fámulo, las fingidas que se fungen con la sangre de los hechos. Yo soy un hombre de palabras libres, sanas, sin eco. No me gustan los gansos que nadan y guardan la ropa. No puedo evitar entrar en controversias y conflictos con todos los garrapas que viven de la sopa boba. Hay que defenderse de la tristeza de nos arropa en las madrugadas sin esperanza de los talleres, de los tópicos que se crecen en las falsas confianzas que enarbolan banderas contrarias a lo que parecen. Soy fiel a mis amigos. Sus deberes son mis deberes. Ellos me acompañaron en la vida y más, en la muerte. Soy y no soy el que habla en mis libros. Mi imaginación es verdad. No he tenido necesidad de estar presente. Las mentiras vienen sin que las llame la mala suerte. La realidad admite todas las representaciones, pero las que fuerzan la máquina de los melodramas y lloran aquello que ya no sufren, nos hacen peores. El escepticismo reboca el sentir de mis visiones. Los listos que nos prometen el paraíso o la luna pretenden ser lo que no son: valientes y generosos. Gentes trapaceras que no enseñan sus manos desnudas. Los versos nunca se me dieron bien. Tuve la fortuna de tratar a los mejores poetas de aquellos días de miseria y negación. De sus ejemplos aprendí que la prosa malea los sueños de la poesía. Oigo las palabras como el músico sus melodías, una y otra vez, hasta que el acorde más afinado vierte la intuición en acierto. En el trabajo lento madura todo, desde la compasión hasta el sarcasmo.
El asesino – día 45
Un asesino a sueldo recorre las calles vacías de la ciudad. Tiene un propósito firme y decidido y va a cumplirlo irremediablemente. Una vez tomada la decisión, ya no hay vuelta atrás. Cuando llega a la puerta de cristal llama con una pauta regulada, una percusión de consigna. La mujer de la bata blanca le da la bienvenida. -Buenos días señor López, pase por favor a la salita. La salita está vacía, como había pactado. Hay una pantalla de televisor apagada. Revistas de actualidad mental. Hay un reloj de cuco que no canta. Publicidades bien ordenadas. La consulta era solo para él. La discreción tiene un precio que él no dudó en pagar. Lo llamarán de inmediato. Está nervioso como una primera vez.
Palabras – día 44
Palabras rebotando, buscando su huella efímera de significados, más allá de la evidencia, siendo ellas mismas, evidencia, paradoja, libertad. Palabras, heridas, palabras, ungüentos, palideces paliativas de la extrañeza en la mirada, de la distancia insondable, de la ajenía del mundo, de las consecuencias esquinadas que te aguardan en los sustratos del tiempo.
Metafísica del Bol de Avena – día 43
La inteligencia entra en la selva y sale. La sabiduría sube la montaña y contempla. La inteligencia es acción y lucha. La sabiduría, pasión y renuncia. La inteligencia es la espada, la sabiduría, el agua. ¿Se puede ser inteligente y sabio a la vez? La inteligencia entra en el mundo, la sabiduría se aparta del mundo. ¿Se encuentran por el camino? ¿Permanecen tiempo sufiente en la encrucijada para sentir que son hermanos de vida, que comparten el mismo lugar sin renuncia? ¿Toman el té juntos antes de que las advertencias de la sangre los separen? ¿Pueden vivir en la gemelidad del doble sin que se rompa el espejo? ¿Pueden entrar y salir del mundo al mismo tiempo, sin dispersión, sin duelo?
Señalar – día 42
Ven y me señalas con el dedo, y me dices lo que soy y lo que no soy y yo te diré que no soy aquello que tu crees que soy ni aquello que tu crees que no soy. Así que, si me señalas con el dedo, te equivocarás siempre. Pero tú, equivocado, no podrás dejar de señalarme con el dedo. Si no me señalas con el dedo eres un desorientado; si no me señalas con el dedo ¿cómo vas a saber dónde estás? Si no me señalas con el dedo estás perdido en la inmensidad del páramo extenso de tu pobreza. .