Soneto del amor que se muere – día 297

 ¿Quién sabe del amor si no el que vive
 en la angustia de verlo bruscamente
 morir, inesperada, fatalmente,
 como ese girasol que no recibe
  
 la luz y se decanta hacia el declive
 de una vida cayendo velozmente
 en la urna del dolor y ardientemente
 se atormenta y se esconde y nos inhibe
  
 de sí mismo, del bien de su presencia,
 de la memoria bella de su encanto
 de su risa vibrando en el acuerdo?
  
 Ella diga los pasos de su ausencia.
 Que la pena se olvide y vuelva el canto
 a templar las delicias del recuerdo. 
    

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