ente, primavera y dime dónde redimes tus sombras, por qué caminos te acercas trayendo luz a las hojas. Tú que tienes el secreto placentero de las bocas que cantan tan sin desmayo por los abriles que mojan, el agua de las corrientes, la santidad de las obras, el perfil de los que pierden las hebillas y las botas. Dime, idea perenne, tu secreto que retorna como asombro de los días, como el brillo de las joyas, por dónde van tus fulgores por dónde van tus estrofas, destrezas que nos despiertan los pulsos que nos arroban, el cuerpo de la verdad, y el alma de la memoria, los ríos que van preñados y el corazón que te nombra. Dime, que quiero tumbarme en el sueño en que reposas, junto al paso de tu estirpe y tu sangre que me acosa. Allí diré mi palabra heredera de tus obras, cantando con tu silencio el silencio de las sombras.