El hombre viejo del banco público le aconsejaba al joven que estaba a su lado: Cuídate de los aduladores; De los criados en la ostentación y el lujo; De los seductores que te usan como espejo de sus vanidades; De la mujer que se mira en los escaparates y no se preocupa de tu hacienda; Del vecino que espía tu buzón y de los altivos sin mérito que mucho presumen y nada cumplen. El joven seguía llorando por el dolor de una novia recientemente perdida. El hombre viejo le contó su historia de desamor y acabó afirmando que, por su experiencia, el tiempo lo cura todo. El joven pensó: “a la mierda con el tiempo” El hombre viejo pensó: “ya le llegará el tiempo del tiempo”.