La Frontera Soy un hombre de frontera. Hasta el límite donde se encuentra la fiebre arbórea y el liquen insondable no llegan los pasos de los novelistas necios. Una cosa es el cine y otra ver un cuerpo en descomposición. Una cosa es narrar la muerte abstracta del ingenio, y otra es taparse las narices por el sudor de las bacterias de la corrupción. Una cosa es descender por el abismo salpicado de helechos, y otra es sostener el perfil de la fortuna en el muro de la desesperanza. Soy un hombre de frontera. En una parte declinan los que matan, y en la otra, los impertérritos que mandan matar. La frontera entre la vida y la muerte no natural, ejecutada por sicarios, es una frontera en la que vivimos nosotros y los lobos. Los demás podéis disfrutar del oprobio y el fútbol.