ORACIÓN LX
He escrito Señor, con esta
sesenta oraciones.
Escribir oraciones
se ha convertido en una fórmula
tan eficaz como abrir una ventana
en un muro opaco
que da a un patio cerrado
entre bloques de viviendas,
sin otra salida que la vertical al cielo,
donde tu vives, tan presente
como la luz de las doce del mediodía
y tan anónimo
como los habitantes de esas viviendas.
Esa ventana no aporta ningún gran descubrimiento
pero permite salir y husmear el mundo.
Si no hubiera abierto esa ventana
estaría escribiendo la nimiedad de uno mismo,
la nada que soy, la espesura de remesas heredadas,
algo que no tiene importancia ni para uno mismo
y que algunos poetas escriben para pasar el paquetito,
paquetito de nimiedad y mierda, a los demás,
tan ajenos como la vida de las tortugas voraces.