Los rostros del mundo (206) Oración XXXVII

Oración XXXVII

Que Dios te dé un poco de mugre,
caballero voluntario,
que suelte para tu boca una retahíla
de luces lacerantes,
que una estela de crecientes cocodrilos
te hagan compañía,
que las estrellas de metal hiriente ciñan 
el cuello de tus méritos 
y refuercen la certidumbre de los ocasos
inherentes a tu pasiva desidia,
y ya en silencio de árbol sin fruto
permanezcas perpetuado
bajo la sombra robusta del ciprés.

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