ORACIÓN XXII
Confieso, Señor, mi falta de pericia
para interpretar
el significado de tus designios.
A veces,
entiendo una cosa
y su contraria a la vez.
No sé si los presagios
eran inventados por la fantasía de mi deseo
o indicios de una suerte
que no acababa nunca de sucederme.
No sé si el búho que sobrevoló mi cabeza
estando apostado en el balcón
era una señal del espíritu
o el vuelo azaroso de la naturaleza
al caer la noche
sobre mi casa en el campo.
Siempre espero un crecimiento
de mi suerte o de mi sabiduría,
pero pasa el tiempo
y no noto esa mejora, esa gracia.
Como no acabo de enterarme, Señor,
¿Podrías ser más explícito, Señor,
más claro?