ORACIÓN XXII Confieso, Señor, mi falta de pericia para interpretar el significado de tus designios. A veces, entiendo una cosa y su contraria a la vez. No sé si los presagios eran inventados por la fantasía de mi deseo o indicios de una suerte que no acababa nunca de sucederme. No sé si el búho que sobrevoló mi cabeza estando apostado en el balcón era una señal del espíritu o el vuelo azaroso de la naturaleza al caer la noche sobre mi casa en el campo. Siempre espero un crecimiento de mi suerte o de mi sabiduría, pero pasa el tiempo y no noto esa mejora, esa gracia. Como no acabo de enterarme, Señor, ¿Podrías ser más explícito, Señor, más claro?