Voy a la librería a comprar un libro y compro tres. Paso por el santuario y pongo una vela al santo. Entro en la panadería me llevo un pan y una sonrisa. Necesito tinta de impresora, marcho caminando por la sombra. No me encuentro con nadie conocido me gusta deambular por capricho. Me encanta pasear con distancia, la pandemia nos ha herido el alma aunque, hay algo que tiene su gracia. Maldita la gracia, dice el vecino, que ha perdido el empleo y su destino.