El Nota 1 A – día 135

La siesta es un nirvana portátil.
Entras en ella prendido de un globo
y sales iluminado por la desnudez
de Lucy, de pechos dorados,
de pechos tersos como sólo la juventud
      sabe tenerlos.
No te atreves a abrir los ojos,
      pero la taimada te dice:
“No te hagas el dormido, viejo. He venido
      a cambiarme de ropa. Me voy.”
Seco como un palo seco,
      cuando aún no he aterrizado.
“No hace falta que te levantes.”
-remata despejada de toda moral rudimentaria-
“Algún día volveré, pero ahora me voy,
      que viene El Lobo”.
   

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