aseando por las calles de un barrio de la ciudad me fui perdiendo en la tarde sin saber por donde andar. A la vuelta de la esquina me llevé la gran sorpresa, las monjitas del convento tomándose unas cervezas. Cuando estaban calentitas se pusieron a cantar “arriba con los pecados que vamos a confesar”. “Si nada humano es ajeno para las hijas de dios, probemos con otros vicios probemos la perdición. Sepamos lo que es el mundo, las gentes, los feligreses, las mujeres de la vida y los morlacos candentes, los ladrones, los perversos, los grandes corruptores, los que se afanan un duro, los que se roban millones. Los que regalan su sombra. los que reparten sus dones, los pobres mas desgraciados que no quitan, siempre ponen. Igualitos que nosotras que vivimos desprendidas, siervas de los sentimientos que no toleran la vida. Pongamos echar un clavo, digamos una blasfemia, será la mejor manera de conocer las sentencias que condenan a los hombres a ser esencias absurdas y a sus absurdos destinos que no se terminan nunca”. El grupito de las monjas ya se iban arremangando, entrando en el desvarío de los delirios borrachos. Cantando, ranas obscenas, letrillas de desparpajo, por escapar del bochorno me fui largando despacio. Que está bien la libertad que busca sus soluciones, y el fervor que mani-fiesta las represiones del orden. ¡Vivan las monjas alegres y los obispos pendones que la vida son dos días no nos toquen los cojones! P.D. Dedicado al ex-obispo de Solsona humano, demasiado humano.
Romances viejos para tiempos nuevos
Romance de la República Interior
e bajado por la orilla anaranjada del tiempo. Las ramas que de los árboles defienden brisas y cuervos, las corsarias caracolas que acogen el mar adentro, las pequeñas maravillas que defiende el yo del ego, para que formes tu esencia, tu persona con su verbo, más allá de lo aparente, más allá de ti y más lejos, me acompañan con solvencia por las venas que el silencio va abriendo en las arboledas anaranjadas del tiempo. Toda la virtud es poca para entrar por los senderos que cercan los mil demonios del bosque de los deseos; salud y valor te exigen para entrar en los aciertos del cristal que nos revela el coral del indefenso, la íntima sangre que pulsa el corazón del secreto, allí donde la palabra dicta su labor y el sueño anticipa que la vida es siempre descubrimiento. Fortaleza y resistencia para parar al ejército que busca la confusión con el barullo del miedo; que nadie pierda de vista que todo viene del cuerpo, el valor y la salud y el alma que vive dentro, las verdades que cultivan las joyas del intelecto, un invisible tesoro del que somos manifiesto, soldados de su república ministros de su gobierno.
Romance Judío
Aquellos que siembran con lágrimas harán la cosecha con una sonrisa. -Proverbio Judío-unca el dolor será en vano, el sufrimiento te arropa, guarda tu alma, es un tesoro que vive sobre las modas, te protege y ha dispuesto para ti su mejor hora, la del silencio que asume la conversión de la aurora que renace con el día, y se duerme con la sombra.
Romance del Cantor
adie se sienta ofendido por lo que vengo cantando, a veces canta un cretino y a veces canta mi hermano. Nunca un felón escondido nunca un traidor traicionando, más bien por lo que parece es la ficción de un imago, la ensoñación de mí mismo con el que vengo callando, las verdades del amor que van cantando los pájaros. Con esta extraña pasión de cantante demorado, doy de comer al demonio y a los ángeles, si acaso, que combaten sigilosos por ocupar el espacio de mis voces compungidas de mi espíritu alterado, por querer saber el cómo, por querer saber el cuando ha de venir el placer del agua fresca del canto, el silencio rumoroso, el rumor que intuye el santo, el santo de las verdades, la verdad que encanta el canto.
Romancillo de la Ofuscación
vanzando en el pantano lentas raíces y barro van atrapando tus pies y te quitan los zapatos solo buscas una nube quieres encontrar un claro un dulce cañaveral para salvarte soñando que la luz es un refugio un cordel que va tirando de tu lenta vida torpe de escritor de garabatos que te tire y que te ayude a salir del entramado. El claro se vuelve oscuro, las nubes, emborrachando, se hacen negra tormenta, deslumbres de falsos rayos, delirios con amapolas crepitan tus desengaños, presientes las humedades desnudas en tus costados, los cangilones del miedo traen agua del sobrado. Si no entiendes las señales de los vientos desatados, ni son claras las pasiones ni nobles los desalmados que dicen buenas palabras, arquitectos del engaño, si todo es dulce manera para engolar al esclavo, será mejor que despejes tu ofuscación de atrapado, relecto animal sin suerte y busques desaforado un lugar desconocido para ser hombre preclaro.
Romancillo de andar por el bosque
ndando por el bosque sin fin ni mandamiento me encuentro con la sombra que vive en el silencio apariencias sutiles deslumbres de misterio saltos que de las aguas hacen sus pensamientos líquidos y fugaces rumor de palimpsestos palabras que se oyen escrituras del viento rubores, certidumbres, luz del conocimiento naturaleza viva cantando en cautiverio. El círculo cerrado que vuelve con los ecos retorna a mi memoria el ciclo de los buenos propósitos del alma que clama por los muertos y recibe, inesperado, su asombro tan discreto, sutil por las ausencias, gentil por lo sincero, que todo precedente es presente en su celo, en su santo susurro, en su verdad sin miedo, en su dolor callado, en su cristal de sueño. Son las siempre íntimas materias del acierto, golondrinas que orientan las rutas del reflejo -confusión, laberinto- de la invisible y prístina presencia de lo inquieto, lo que apenas se dice, el torpe balbuceo de un mar de claridades viviendo en tu cerebro. Son los signos que nacen de los pulsos del tiempo, los fantasmas reales que limpian los deseos para ser infinitos, para ser sin infiernos libres de las mentiras que propagan los vientos malignos de los hombres esclavos de sus egos.
Romance de las señales
e van viniendo señales que intuyes y no obedeces, libres flujos que no sabes donde van, de donde vienen. Deshaces un nudo y sueñas con hallar la puerta exacta por la que la luz se adentra por la que la voz se aclara. Insomne cuando te acercas, durmiendo cuando se acalla, arrastrado en la extrañeza vas perdiendo lo que ganas. Y en eso andas desasido, sin sosiego en la demencia de no saber si es domingo el día en que te despiertas. Señales hubo, señales como el sol en la ventana, la tibieza de los lares, amanecer con el alba. Pero hay fuerzas que te llevan, por caminos sin salida, claridades que te ciegan, errores que no marchitan. ¡Ay quien pudiera volver atrás la vida! Sentir de nuevo. Retroceder hasta el día en que la vi. No equivocar el camino, con la mente despejada resolver el laberinto de volver de nuevo a ti.
Romance solidario con los oprimidos del mundo
igo el rumor de los pasos por las esquinas del tiempo, traen, tajantes soberbias, desatada hambre de perros, mecánicas y coléricas dentadas ruedas sin freno triturando a los humildes con metálicos acentos, espeluznante invasión que llega -turba de insectos- con afán de exterminar las mariposas del sueño, las rimas que de la vida crean la fuerza del genio. Respiran indiferentes estos sátrapas del miedo, arrancan de sus raíces las cosechas y los nuevos brotes de la juventud que siempre entrega sincera la coraza de sus cuerpos, para luchar con el alma contra tanto ensañamiento. Nada nos será entregado si no se exige primero, la justicia necesaria que redime a los infiernos de ser ciudad de los vivos, de ser ciudad de los muertos. Cojan la verdad y limpien el rostro del niño muerto, vengan con todas sus almas a pedir lo que era vuestro, la salud que los ladrones arrebataron al pueblo, el oro que se expoliaron, la virtud que nos cogieron, venga el fuego contra el fuego, la maldad ya sin descanso pague por tanto desprecio, devuelva lo que no es suyo y compre con su dinero el perdón de los pecados el crimen de sus excesos las pieles del latigazo las llagas de sus incendios. Se acabó ya de acatar la ley del sufrimiento, las órdenes que nos piden obediencias y silencios, la paciencia tiene el límite del cristal de los espejos, es delgada y no soporta la sangre de sus reflejos la mentira cegadora su dolor más ceniciento, las oblicuas intenciones que llevan al matadero. Ya es hora llegada, hora de acabar con el invento que nos hace sus esclavos y nos deja en puros cueros, yo me junto con ustedes para acabar con los Cresos, si las palabras no sirven vengan los fuegos del fuego, la bondad del corazón empujada por los fierros.
Romancillo de la Violenta Parra
hora que ya muerta Ya estas domesticada Antes la rebeldía Tu sangre conjugaba Te impedía vivir El amor, dónde estaba? Cantabas injusticias La voz por las barandas De las gentes humildes De las tierras cansadas Las familias extensas El dolor de una dama Perfil de soledad El amor, dónde estaba? Cantabas alegrías Jilguero de las ramas Vientos de la miseria Tristezas disfrazadas Zurciendo los tejidos El corazón que sangra Cocinas sin un ángel Alimentos sin alas Las perolas vacías Las verdades negadas Ahora que ya muerta Ya estas domesticada. Vienen los profesores Los médicos del alma Los cantantes que buscan Tu nombre con tu fama Pero queda tu fuerza, Libre, desparramada, Un desierto de arena Por el aire que clama El hambre de los niños Las visiones ancianas Los actos que deprimen La luz de la mirada. Qué poco han cambiado Las encías que sangran El mundo de los pobres Las ruinas de las casas Los almanaques negros Las gentes desoladas Los campos, los esteros, El sol de la ensenada El frío de las cumbres En la danza macabra Del demonio que gime Un canto que te alaba. Herida por amor Torbellino que arrasa El hombre que se fuga Por caminos y tramas Dejándote en orillas De selvas y marañas De clamores violentos De días sin mañanas Angustias contra ti Como armas desatadas Amor quebrantahuesos Dulce amor en la cama “Por ti viví contenta Sin ti la muerte santa”.
Romancillo Valiente
l pálpito confuso de las aguas ufanas, mi corazón te busca mi sangre no se calla, siempre quiere valiente ser luz de la esperanza en la noche sin suerte de las cartas sin bazas, y apuesta por el sueño, renuncia a las patrañas, defiende las verdades y atranca las ventanas no vaya a ser que se entren hirientes voces falsas flechas sin porvenir pájaros de mal haya, confusiones perdidas de muertos con desgana, entes que van buscando aferrarse a las armas de los guerreros libres que libran las batallas para anular su empuje su fuerza, su pujanza, enemigos del ser que empiezan las mañanas destruyendo el amor, ensuciando la fama con sus torpes sentencias con el mal de su saña envidia que corroe sus almas de hojalata, patriotas de mentiras vilmente propagadas, mas la verdad se eleva luciendo su alborada mi corazón la busca, mi sangre no se calla.
aseando por las calles
de un barrio de la ciudad
me fui perdiendo en la tarde
sin saber por donde andar.
A la vuelta de la esquina
me llevé la gran sorpresa,
las monjitas del convento
tomándose unas cervezas.
Cuando estaban calentitas
se pusieron a cantar
“arriba con los pecados
que vamos a confesar”.
“Si nada humano es ajeno
para las hijas de dios,
probemos con otros vicios
probemos la perdición.
Sepamos lo que es el mundo,
las gentes, los feligreses,
las mujeres de la vida
y los morlacos candentes,
los ladrones, los perversos,
los grandes corruptores,
los que se afanan un duro,
los que se roban millones.
Los que regalan su sombra.
los que reparten sus dones,
los pobres mas desgraciados
que no quitan, siempre ponen.
Igualitos que nosotras
que vivimos desprendidas,
siervas de los sentimientos
que no toleran la vida.
Pongamos echar un clavo,
digamos una blasfemia,
será la mejor manera
de conocer las sentencias
que condenan a los hombres
a ser esencias absurdas
y a sus absurdos destinos
que no se terminan nunca”.
El grupito de las monjas
ya se iban arremangando,
entrando en el desvarío
de los delirios borrachos.
Cantando, ranas obscenas,
letrillas de desparpajo,
por escapar del bochorno
me fui largando despacio.
Que está bien la libertad
que busca sus soluciones,
y el fervor que mani-fiesta
las represiones del orden.
¡Vivan las monjas alegres
y los obispos pendones
que la vida son dos días
no nos toquen los cojones!
P.D. Dedicado al ex-obispo de Solsona
humano, demasiado humano.
e bajado por la orilla
anaranjada del tiempo.
Las ramas que de los árboles
defienden brisas y cuervos,
las corsarias caracolas
que acogen el mar adentro,
las pequeñas maravillas
que defiende el yo del ego,
para que formes tu esencia,
tu persona con su verbo,
más allá de lo aparente,
más allá de ti y más lejos,
me acompañan con solvencia
por las venas que el silencio
va abriendo en las arboledas
anaranjadas del tiempo.
Toda la virtud es poca
para entrar por los senderos
que cercan los mil demonios
del bosque de los deseos;
salud y valor te exigen
para entrar en los aciertos
del cristal que nos revela
el coral del indefenso,
la íntima sangre que pulsa
el corazón del secreto,
allí donde la palabra
dicta su labor y el sueño
anticipa que la vida
es siempre descubrimiento.
Fortaleza y resistencia
para parar al ejército
que busca la confusión
con el barullo del miedo;
que nadie pierda de vista
que todo viene del cuerpo,
el valor y la salud
y el alma que vive dentro,
las verdades que cultivan
las joyas del intelecto,
un invisible tesoro
del que somos manifiesto,
soldados de su república
ministros de su gobierno.
unca el dolor será en vano,
el sufrimiento te arropa,
guarda tu alma, es un tesoro
que vive sobre las modas,
te protege y ha dispuesto
para ti su mejor hora,
la del silencio que asume
la conversión de la aurora
que renace con el día,
y se duerme con la sombra.
vanzando en el pantano
lentas raíces y barro
van atrapando tus pies
y te quitan los zapatos
solo buscas una nube
quieres encontrar un claro
un dulce cañaveral
para salvarte soñando
que la luz es un refugio
un cordel que va tirando
de tu lenta vida torpe
de escritor de garabatos
que te tire y que te ayude
a salir del entramado.
El claro se vuelve oscuro,
las nubes, emborrachando,
se hacen negra tormenta,
deslumbres de falsos rayos,
delirios con amapolas
crepitan tus desengaños,
presientes las humedades
desnudas en tus costados,
los cangilones del miedo
traen agua del sobrado.
Si no entiendes las señales
de los vientos desatados,
ni son claras las pasiones
ni nobles los desalmados
que dicen buenas palabras,
arquitectos del engaño,
si todo es dulce manera
para engolar al esclavo,
será mejor que despejes
tu ofuscación de atrapado,
relecto animal sin suerte
y busques desaforado
un lugar desconocido
para ser hombre preclaro.
e van viniendo señales
que intuyes y no obedeces,
libres flujos que no sabes
donde van, de donde vienen.
Deshaces un nudo y sueñas
con hallar la puerta exacta
por la que la luz se adentra
por la que la voz se aclara.
Insomne cuando te acercas,
durmiendo cuando se acalla,
arrastrado en la extrañeza
vas perdiendo lo que ganas.
Y en eso andas desasido,
sin sosiego en la demencia
de no saber si es domingo
el día en que te despiertas.
Señales hubo, señales
como el sol en la ventana,
la tibieza de los lares,
amanecer con el alba.
Pero hay fuerzas que te llevan,
por caminos sin salida,
claridades que te ciegan,
errores que no marchitan.
¡Ay quien pudiera volver
atrás la vida! Sentir
de nuevo. Retroceder
hasta el día en que la vi.
No equivocar el camino,
con la mente despejada
resolver el laberinto
de volver de nuevo a ti.
igo el rumor de los pasos
por las esquinas del tiempo,
traen, tajantes soberbias,
desatada hambre de perros,
mecánicas y coléricas
dentadas ruedas sin freno
triturando a los humildes
con metálicos acentos,
espeluznante invasión
que llega -turba de insectos-
con afán de exterminar
las mariposas del sueño,
las rimas que de la vida
crean la fuerza del genio.
Respiran indiferentes
estos sátrapas del miedo,
arrancan de sus raíces
las cosechas y los nuevos
brotes de la juventud
que siempre entrega sincera
la coraza de sus cuerpos,
para luchar con el alma
contra tanto ensañamiento.
Nada nos será entregado
si no se exige primero,
la justicia necesaria
que redime a los infiernos
de ser ciudad de los vivos,
de ser ciudad de los muertos.
Cojan la verdad y limpien
el rostro del niño muerto,
vengan con todas sus almas
a pedir lo que era vuestro,
la salud que los ladrones
arrebataron al pueblo,
el oro que se expoliaron,
la virtud que nos cogieron,
venga el fuego contra el fuego,
la maldad ya sin descanso
pague por tanto desprecio,
devuelva lo que no es suyo
y compre con su dinero
el perdón de los pecados
el crimen de sus excesos
las pieles del latigazo
las llagas de sus incendios.
Se acabó ya de acatar
la ley del sufrimiento,
las órdenes que nos piden
obediencias y silencios,
la paciencia tiene el límite
del cristal de los espejos,
es delgada y no soporta
la sangre de sus reflejos
la mentira cegadora
su dolor más ceniciento,
las oblicuas intenciones
que llevan al matadero.
Ya es hora llegada, hora
de acabar con el invento
que nos hace sus esclavos
y nos deja en puros cueros,
yo me junto con ustedes
para acabar con los Cresos,
si las palabras no sirven
vengan los fuegos del fuego,
la bondad del corazón
empujada por los fierros.
l pálpito confuso
de las aguas ufanas,
mi corazón te busca
mi sangre no se calla,
siempre quiere valiente
ser luz de la esperanza
en la noche sin suerte
de las cartas sin bazas,
y apuesta por el sueño,
renuncia a las patrañas,
defiende las verdades
y atranca las ventanas
no vaya a ser que se entren
hirientes voces falsas
flechas sin porvenir
pájaros de mal haya,
confusiones perdidas
de muertos con desgana,
entes que van buscando
aferrarse a las armas
de los guerreros libres
que libran las batallas
para anular su empuje
su fuerza, su pujanza,
enemigos del ser
que empiezan las mañanas
destruyendo el amor,
ensuciando la fama
con sus torpes sentencias
con el mal de su saña
envidia que corroe
sus almas de hojalata,
patriotas de mentiras
vilmente propagadas,
mas la verdad se eleva
luciendo su alborada
mi corazón la busca,
mi sangre no se calla.