
Duende de los dos deseos que me concedió el duende uno lo dejé a la orilla de un camino a ninguna parte el otro lo dejé en ningún sitio cercano al incendio a la espera de un viajero con más suerte, desprendido de la avidez de su espejo.
Duende de los dos deseos que me concedió el duende uno lo dejé a la orilla de un camino a ninguna parte el otro lo dejé en ningún sitio cercano al incendio a la espera de un viajero con más suerte, desprendido de la avidez de su espejo.
Calle la piedra más silenciosa la piedra de toque la piedra de queda la piedra de la calle.
El escaparate miran el escaparate, fábulas infantiles enfermas, famas efímeras de funambulista, se ven a sí mismos escribiendo poemas en el pergamino de un cadáver.
Azor vibra el azor en el cielo sombra perseguida por la sombra está preparando la noche oscura del roedor.
Árbol cerebrales circunvalaciones, inversas raíces al aire sanción del espejo desnudas ramas del invierno buscando la luz como alimento.
Crimen doy fe: yo estuve allí, pero ahora no recuerdo si allí era allí o era Pensil vania? Cra covia? Riba roja?
Nieve los copos de la nieve convertidos en capos de la mafia.
ra un hombre de ojos fijos perplejo en la encrucijada absorto por los designios del mundo resuelto en llamas. Acendrado por su mismo estupor de joya santa, era un hombre inhibido sobre el crucero del alba. Indeciso y transparente sin la pasión de una lágrima, agudo cristal silente, era un insecto del ámbar. Qué miras hombre perplejo tan quieto en la encrucijada, tan confuso y desafecto en tu experiencia de estatua. Tan mudo por el desorden de una agonía sin mapas, qué esperas sin los resortes del movimiento y sus alas. Lo que tienes que perder muy crecido te lo ganas, el error coge en su red el fulgor de la mañana. Y si las señas no existen y el tiempo es agua callada, si te aprisionan los mimbres celestes de la desgana, Que no te importe la muerte, la voz, la estirpe, la máscara, para ser ceniza sin suerte ciñe tu música y canta.
El paraíso el hombre aburrido subió a un árbol y se comió una manzana. “¡qué has hecho, insensato!” exclamó el dueño de la finca “huir del confinamiento, encontrar la salida del paraíso”