ORACIÓN LX He escrito Señor, con esta sesenta oraciones. Escribir oraciones se ha convertido en una fórmula tan eficaz como abrir una ventana en un muro opaco que da a un patio cerrado entre bloques de viviendas, sin otra salida que la vertical al cielo, donde tu vives, tan presente como la luz de las doce del mediodía y tan anónimo como los habitantes de esas viviendas. Esa ventana no aporta ningún gran descubrimiento pero permite salir y husmear el mundo. Si no hubiera abierto esa ventana estaría escribiendo la nimiedad de uno mismo, la nada que soy, la espesura de remesas heredadas, algo que no tiene importancia ni para uno mismo y que algunos poetas escriben para pasar el paquetito, paquetito de nimiedad y mierda, a los demás, tan ajenos como la vida de las tortugas voraces.