Vergüenza para el hombre fisgón espía alevoso como gato si no tiene otra cosa que hacer que meter las narices en plato ajeno, ratón de queserías, pringoso corajudo del sapo, síndico macabro de la mosca que, deliberando sobre el asno, viene a posarse bonzo en las ancas y, con justo certero sopapo, cae derribada por el suelo y la mantis la coge de un salto.