Deshonor para los que proclaman virtudes que no cumplen, versiones adulteradas de líderes ínfimos, hablando en consignas como clones, vocablos rastreros eufemismos acrobáticos cortos ladrones, arribistas de palabra infecta chaqueteros inmundos de doble moral y subterfugios ridículos. Gallinas sin dirección, sin norte. Gentiles de metáforas bobas que nos estampan sus cromos bordes.
Mes: mayo 2021
Honor para el hombre liberado – día 283
Honor para los hombres que evitan las adulaciones, notarías de la insignificancia, las fiebres del autoengaño, las boberías del prestigio, las fermentaciones fatuas del ego y sus naderías. Desprendido, puede distanciarse de las apariencias, las mentiras que llevan al barniz demacrado del simulacro, huir de la prisa, escapar del obsceno hundimiento y ser, solo ser, ya, sin divisas.
Deshonor para el asaltante del poder – día 282
. Bajo el discurso de proteger a la patria, se otorga a sí mismo el privilegio de ser inmune, de manipular los requisitos de la aparente legalidad y usar la ley en su beneficio, para expoliar al Estado. Ciegos al cínico brillo de su ombligo, quedamos paralizados, tontos, como animalillos abducidos que no reaccionan al mal que viene con melodiosa voz a destruirnos.
Romancillo de la Violenta Parra
hora que ya muerta Ya estas domesticada Antes la rebeldía Tu sangre conjugaba Te impedía vivir El amor, dónde estaba? Cantabas injusticias La voz por las barandas De las gentes humildes De las tierras cansadas Las familias extensas El dolor de una dama Perfil de soledad El amor, dónde estaba? Cantabas alegrías Jilguero de las ramas Vientos de la miseria Tristezas disfrazadas Zurciendo los tejidos El corazón que sangra Cocinas sin un ángel Alimentos sin alas Las perolas vacías Las verdades negadas Ahora que ya muerta Ya estas domesticada. Vienen los profesores Los médicos del alma Los cantantes que buscan Tu nombre con tu fama Pero queda tu fuerza, Libre, desparramada, Un desierto de arena Por el aire que clama El hambre de los niños Las visiones ancianas Los actos que deprimen La luz de la mirada. Qué poco han cambiado Las encías que sangran El mundo de los pobres Las ruinas de las casas Los almanaques negros Las gentes desoladas Los campos, los esteros, El sol de la ensenada El frío de las cumbres En la danza macabra Del demonio que gime Un canto que te alaba. Herida por amor Torbellino que arrasa El hombre que se fuga Por caminos y tramas Dejándote en orillas De selvas y marañas De clamores violentos De días sin mañanas Angustias contra ti Como armas desatadas Amor quebrantahuesos Dulce amor en la cama “Por ti viví contenta Sin ti la muerte santa”.
Honor para el hombre consecuente – día 281
Honor para el hombre ejecutado de improperios, criminalizado por la libertad de su opinión no concurrida, por su descaro en no doblegarse a los hurones que lo acechan, por sus altos álamos invencibles, fúlgidos y airosos, por su crisol de ardor entregado, su vigor ante la adversidad, su sueño a los pies de los caballos, la ceniza y el mar de su rostro consecuente con la fe del hado.
Deshonor para el fisgón – día 280
Vergüenza para el hombre fisgón espía alevoso como gato si no tiene otra cosa que hacer que meter las narices en plato ajeno, ratón de queserías, pringoso corajudo del sapo, síndico macabro de la mosca que, deliberando sobre el asno, viene a posarse bonzo en las ancas y, con justo certero sopapo, cae derribada por el suelo y la mantis la coge de un salto.
Honor para el hombre solitario III – día 279
Honor para la sal de su sueño, la lenta acritud de su transporte que demanda sol y soledad, para su carreta de signos torpes, que esconden su lengua del intento de poner agua sincera y orden a la terrible desolación de la mente al fondo de los odres, alejada de la luz, obtusa, perdida en el tiempo del orbe. Yo quisiera abrir la primavera con el preclaro don de la noche.
Honor para el hombre solitario II – día 278
Honor para sus soles censados que van conservando sus nocturnas auroras, sus solicitaciones febriles, sus meditadas lunas, su espigada decisión que invierte su acritud en la fe de la música, el amor posible entre la niebla, en la incardinación de la duda que se resuelve en la luz del tiempo entrando con su rayo en la bruma, sumando las cosechas del hambre bajo un sueño de materia y lluvia.
Honor para el hombre solitario I – día 277
Honor para el hombre solitario que ejerce su oficio de silencio, que mantiene el rumbo enajenado, las urdimbres de un ajedrez ciego, arduas jarcias del empuje bruto que cifran la batida del viento y lo domeñan hacia la calma, sin que nadie entre en el ajetreo de su disidencia, de su ardicia, que busca bajo la tierra lentos tesoros de fulgores nocturnos que alumbren una lengua de fuego.