Soneto de la tragedia – día 299

  Steiner asombrado la lloraba,
 amaba la tragedia ya perdida,
 el rigor y la fiebre y la medida 
 cuando el robusto espíritu cantaba. 
  
 Cuando la multitud se acongojaba
 buscando compasión enfebrecida,
 la eléctrica catarsis contenida
 en el temblor del alma que bramaba.
  
 El éxtasis que mueve las montañas
 desciende a las raíces del infierno.
 Los extremos definen a los hombres.
  
 Como a Ulises conviene tener mañas,
 compartir la rudeza con lo tierno
 y acertar con el verbo cuando nombres.    
             

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