Steiner asombrado la lloraba, amaba la tragedia ya perdida, el rigor y la fiebre y la medida cuando el robusto espíritu cantaba. Cuando la multitud se acongojaba buscando compasión enfebrecida, la eléctrica catarsis contenida en el temblor del alma que bramaba. El éxtasis que mueve las montañas desciende a las raíces del infierno. Los extremos definen a los hombres. Como a Ulises conviene tener mañas, compartir la rudeza con lo tierno y acertar con el verbo cuando nombres.