Son de plomo algunos días fundidos en la pereza. Estos acordes dispersos no construyen una canción. Tampoco consiguen pasar página. Estoy más nublado que el mismo cielo. Yo lluevo, él no. El gato ha intuido algo, hace sus cosas con una doble parsimonia. Llama por teléfono la solidaridad gremial de la música. “Mañana, claro, cómo no”. Solo entrando en la música puedo salir en cualquier sitio donde no haya clemencia para esta tapicería de cobalto.