Para Anne Carson Tras la deuda saldada por la fiebre nocturna de la mano siniestra aparece, con su figura de retórica callada, un hombre empuñando una aguja con intención de clavársela en su propio corazón atormentado, por no hallar un puerto de líneas claras entre la niebla, por no hallar la mansedumbre del pan, por no hallar el sueño de la sanación, por hallar la cancela cerrada.