O se sabe de dónde llega, pero ya llega con su flor de silencio navegando en las venas. Arriba como un rapto de ciega primavera, surcando laberintos, dando vida a la greda. Es la luz del instante, la flecha más certera, el eco de los rastros hallando una respuesta. Cuando aparece todo resorte calla y queda un resplandor que ciñe la carne a su presencia. Y en ella se reposa y en ella se serena y cumple con la noche el soplo de su siembra. ¡Pero ay! cómo se va; las horas se lo llevan dejando por mi estancia un cauce de horas secas. No se sabe por dónde el tiempo se lo lleva prendido en el azar que vive en las hogueras.