inete sin sosiego por sendas desoladas, qué buscas por los fríos marjales de esta amarga tierra que sin descanso remueve sus entrañas. Qué buscas en la noche juntando las palabras, minero de las nubes de las sierras lejanas, persiguiendo las huellas de quimeras extrañas. Husmeando como lobo por ver la luna clara, cernido por las sombras preñadas de alimañas, qué quieres de esta tierra donde silban las hachas. No oyes confundidos, imberbe y sin coraza, caballos reverentes y espigas desbocadas, líquenes de veneno y amapolas sin ganas. ¡Huye, que no te entres por estas tristes landas! ¿No sientes sus latidos, no sabes que te aguardan túneles de la muerte y oscuridad sin alas? Huye, amigo, que nadie sabe tu sed tan rara. Huye, que si los filos del aire se propagan solo quedará el rastro sangriento de una espada, y un cielo de marfiles y una tierra callada.