e vuelto de nuevo a recordar el día en que la conocí. Espigas de mi corazón tiemblan con el viento de abril. Se abrieron las puertas del cielo, entré en los palacios del mar, dejé los suburbios del sueño, junté las palabras de sal. Ojos negros rayando el día. Albor de claridad cercana. Se abrían mis ojos de pronto con la lluvia de su mirada. Revelación de nuestros cuerpos, placer andando por las manos, el misterio se descorría con el veloz fuego del rapto. La memoria, como un caballo, deja su rastro inolvidable. He vuelto a recordar que fuimos velas de un viento favorable. Ese rastro de la memoria marcó su destino en mi piel. Donde quiera que yo me encuentre sabré quién es mi dueña, quién me liberó de tanta cárcel, y abrió luz en las sombras, quién hizo realidad la idea de vivir con todo mi ser. Si cautivó mi pensamiento, si abrió las corolas del aire, ahora, agonía y memoria, viene despertando en la tarde.