ra un hombre de ojos tristes hundido por su pasado envuelto por esa bruma de los recuerdos amargos. La conciencia es un problema para un hombre delicado que se asoma en carne viva al rostro de su retrato. Fue el elogio y la soberbia los caminos descarriados. Al tonto siempre le pasan por encima los caballos. Creyó en lo que no tenía: un valor indemostrado, una mente prodigiosa, una fuerza entre las manos. La suerte puso el espejo de su instinto equivocado: si lo que dices no es cierto vas a tener que pagarlo. Pensar, creer o decir que es bueno lo imaginado, puede ser un disparate como un sueño mal soñado. Vislumbró una patria nueva, una familia de hermanos, un camino de ilusiones, palabras de conjurados. Pasaron años y el tiempo le trajo los desengaños de quienes ponen el pan en boca del desdentado. Las mentiras no perdonan y más pronto que temprano te pasarán la minuta de tu sueño mal gastado. Empezó con alegría y el hombre se fue apagando, el camino de los tristes acaba en los establos. Si piensas la realidad, si vas sumando los actos, la cobardía te escribe la memoria del fracaso.