Poemas Talmúdicos 8 – día 252

 La lluvia tiene una diferente influencia
       si cae sobre el mármol crepuscular
 o sobre la tierra porosa,
  
 así el amor,
       infértil de paradigmas para unos,
 llenos de cosechas oraculares para otros.
  
 Al esconderse de la lluvia
 el hombre encontró un refugio
 lleno de alimañas
 con las que aprendió
 algunas tretas para sobrevivir 
       a los diluvios que circundan la vida.
  
 La lluvia no moja al precavido
 -dijo el discreto cazador de corales-
 que multiplica su suerte por dos
 y la ofrece a su esposa como una riqueza
       regalada a los suburbios.
  
 La lluvia levanta las tapas
       de los desagües urbanos
 y desata las risas 
       de los transportes públicos.
  
 La lluvia, junto con la primavera,
      inventó la filosofía
 del eterno retorno. 

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