La lluvia tiene una diferente influencia si cae sobre el mármol crepuscular o sobre la tierra porosa, así el amor, infértil de paradigmas para unos, llenos de cosechas oraculares para otros. Al esconderse de la lluvia el hombre encontró un refugio lleno de alimañas con las que aprendió algunas tretas para sobrevivir a los diluvios que circundan la vida. La lluvia no moja al precavido -dijo el discreto cazador de corales- que multiplica su suerte por dos y la ofrece a su esposa como una riqueza regalada a los suburbios. La lluvia levanta las tapas de los desagües urbanos y desata las risas de los transportes públicos. La lluvia, junto con la primavera, inventó la filosofía del eterno retorno.