Poemas Policíacos 8 – día 244

  Los muchachos
  
  
 Los políticos siempre quieren quedar bien.
 Quedar bien es buscar un equilibrio 
       entre la mentira y la falsedad. 
 Un lugar para equilibristas, es decir, para políticos.
  
 La mayoría son unos cobardes: 
 azuzan a las masas
 y después nos llevan como perros de presa
                                                     para controlarlas. 
 Una esquizofrenia en la que siempre
 cae alguien malherido o muerto. 
 Y no son ellos.
 Ellos pueden perder el escaño, es decir, el salario,
 de ahí sus componendas 
       entre la ley y la desobediencia.
  
 A mi me expedientaron porque intenté 
       convencer a los compañeros,
 de que cuando cargaran las hordas juveniles 
       contra los bancos y los comercios de lujo,
 nosotros nos retiráramos y no reprimiéramos 
 ningún exceso de la juventud desaforada.
 Muchos de ellos son sus hijos aburridos,
       desengañados de sus padres.
 Una guerra que no es la nuestra. 
 Que la diriman ellos.
 Nosotros reculando y sin tirar ni una pelota.
 Y cuando lo tengan claro, 
       que lo digan de verdad,
 y no con la boca pequeña del mentiroso, 
      del manipulador.
  
 Al final, corría el riesgo de afianzarme 
       entre los desesperados.
 Un poco más de concienciación y hubiera acabado
      ayudando a esos muchachos 
 en su labor de destrucción o limpieza. 
       

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