Si me dejas tendido entre la sal y el muérdago, en esta extensión de sándalo y crematorio, levantaré un viento de venturosas instancias por los desiertos que se rindieron a la esperanza de hallar agua en las espinas del vacío; surcaré los mares incrédulos en grupas de mercurio para llegar al tiempo de las rendiciones, al sol de las entregas de la seda y el ardor. No será necesario que abras las puertas de tu casa. Entraré volando por las ventanas del norte, flotando en la finura del aire que respiras, con el crepúsculo de lilas que se demoran en tus labios, prendido de tus equilibrios de cristal y luna.