Poema de amor nº 6 – día 121

Ven a verme, azul escondido
      en los enredos crepusculares
de la nieve apagada por el farol de la noche.
 
Ven a verme en el lago de los narcisos
      ahogados por un septiembre sin nombre,
con tus arpegios de maderas indecisas,
      con los párpados gritando tu deseo
en las moléculas que el aire desperdiga.
 
Ven a verme, que los animales duermen
      hambrientos de celo y cortesía,
con los caminos encendidos de alquitrán,
      en las herramientas del oxígeno que oxida
las fórmulas del decoro y el sol de las celosías.
 
Ven y dime el fuego de tus puñales, el rubor
      del alba en los mastines del júbilo,
tu rumor de paloma, tu llamada de abismo,
      mi cólera de azafrán en la memoria lábil
de tu cuerpo o razón de ser en la materia.    
      
 

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