Los rostros del mundo (261) Navegar

NAVEGAR

Hacer un poema es como navegar 
      en un barco velero.
Para navegar hay recursos, no recetas.
La improvisación de lo imprevisible
      lo hace verdaderamente emocionante.
y, aunque los dos tienen el riesgo de naufragar,
confiar en el viento, 
lo más cercano a la libertad, 
el tacto de la madera del lenguaje,
desnudez y soledad y valentía.
El poema debe fluir y, como un barco,
      saber llegar a buen puerto.

Imagino todos los recursos de atención
      y conocimiento, necesarios para navegar,
resolver todas las variantes del viento y el rapto,
y en caso de inminente fracaso,
saber tirar por la borda 
      el peso de lo bello prescindible.

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