NAVEGAR Hacer un poema es como navegar en un barco velero. Para navegar hay recursos, no recetas. La improvisación de lo imprevisible lo hace verdaderamente emocionante. y, aunque los dos tienen el riesgo de naufragar, confiar en el viento, lo más cercano a la libertad, el tacto de la madera del lenguaje, desnudez y soledad y valentía. El poema debe fluir y, como un barco, saber llegar a buen puerto. Imagino todos los recursos de atención y conocimiento, necesarios para navegar, resolver todas las variantes del viento y el rapto, y en caso de inminente fracaso, saber tirar por la borda el peso de lo bello prescindible.