Oración XXXV Padre nuestro que estás en todas partes, al que dirigimos ruegos y pedimos soluciones como pánfilos mendicantes de favores fúnebres… es tan egoísta y lamentable el tonito de nuestras oraciones, tan pobre moral e intelectualmente el contenido de nuestros mensajes, tan desequilibrante la intención que pretendemos, que acepto con humildad y fortaleza que no nos hagas ni puto caso, que te sean indiferentes nuestras lamentaciones, que nos dejes al libre albedrío de las tempestades y todos los desastres naturales que nos aniquilan. Sea así ahora y para siempre a ver si somos capaces de aprender de nuestros propios errores y no pretendamos la eternidad sin saber el valor de nuestras ideas de pacotilla.