Los rostros del mundo (142) Soneto 16

SONETO DE LA MUERTE 

Si la muerte es sentencia inapelable
una bruma que enturbia el pensamiento
una ausencia sin nombre cuando siento
el sentido sentado en lo inestable

nada nos salvará de su inefable
voluntad, ni el amor, ni el crecimiento
de la fe, ni las fuerzas que el aliento
divino nos regala como un sable.

Vendrá con sus cangrejos demorados
o sus soles ardientes, o sus naves
donde gimen tus sueños derrotados.

Vendrá con el cobalto de las llaves
en las manos, con dientes desatados, 
cantándote el lugar para que excaves.

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