Los rostros del mundo (110) Hiro Onoda

HIRO ONODA

Por disciplina a la orden recibida,
por el honor de la palabra dada,
el teniente Onoda pasó 30 años
sobreviviendo en la selva filipina
antes de deponer las armas
por orden de su superior, un anciano de 88 años,
llevado a propósito
hasta la isla remota.

A finales de 1945
Onoda recibió la orden 
      de no rendirse, de no suicidarse
y de hacer una guerra de sabotaje.
Mantuvo viva la idea del enemigo
30 años después de declararse 
la rendición de Japón.
No estuvo solo. Durante muchos años
le acompañaron dos soldados
disciplinados a sus órdenes.

La historia tiene un aura de dignidad
que impide ver un fondo monstruoso.

Podemos imaginar la cerrada espesura
de la selva, su recogimiento amniótico,
su mimetismo de hombre invisible, 
su tiempo cíclico de lluvias y mansedumbres,
sus incursiones para buscar alimento y matar
al primer despistado que no sabía
que era enemigo de un soldado japonés
que no sabe ni quiere saber
que la guerra se ha acabado.
Mató a 30 personas.

Todo el mundo piensa 
que sólo un japonés
es capaz de mantenerse en esa disciplina
absurda y esclavista.
Un italiano, un español, un francés…
no podríamos encontrar ningún occidental
que hubiera durado más de 5 años.
Esa competición de disciplina monstruosa
la gana un japonés.

Aún hubo otro soldado
Teruo Nakamura
que se rindió 7 meses más tarde.
Una maratón de resistencia que ganó
Onoda, que llegó 7 meses antes
al asombro del mundo y sus noticieros.

Deja un comentario

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies