Paseo por el puerto. Veo las gaviotas haciendo una asamblea en medio del mar que despierta mi curiosidad o mi inquietud o mi sospecha. ¿Celebran una convención de especialistas en el hurto o el entierro de las sardinas? ¿Están serenas o están nerviosas? ¿Transmiten tranquilidad, o mascan la tragedia de la tarde televisiva? ¿Deliberan sobre la educación de las jóvenes gaviotas o sobre las misiones que han de realizar mañana? ¿distribuyen consignas, pactan responsabilidades o dan las claves de la invasión? ¿están pensando en emigrar, en fundar colonias, en conquistar paraísos árticos? Las veo como el turista que contempla el rito de una danza apache en medio de la pradera, o una reunión de druidas celtas, o una sesión del Senado Romano, sin saber si están ofreciendo un espectáculo, si rezan al dios de la tormenta o están preparando un ataque contra las islas lúdicas o los tiempos modernos.